Bloque
3. La crisis del Antiguo Régimen
Contenidos
El
nacimiento de EEUU.
La
Revolución Francesa de 1789: aspectos políticos y sociales.
El
Imperio Napoleónico.
El
Congreso de Viena y el Absolutismo, y las revoluciones liberales o burguesas de
1820, 1830 y 1848.
El
Nacionalismo: Unificaciones de Italia y Alemania.
Cultura
y Arte: Europa entre el neoclasicismo y el romanticismo.
La
independencia de las colonias hispano-americanas.
Criterios
de evaluación
1.
Analizar la evolución política, económica, social, cultural y de pensamiento
que caracteriza a la primera mitad del siglo XIX distinguiendo los hechos,
personajes y símbolos y encuadrándolos en cada una de las variables analizadas.
2.
Describir las causas y el desarrollo de la Independencia de Estados Unidos
estableciendo las causas más inmediatas y las etapas de independencia.
3.
Explicar a partir de información obtenida en Internet, la Revolución Francesa
de 1789 incluyendo cada idea obtenida en las causas, el desarrollo y las
consecuencias.
4.
Identificar el Imperio Napoleónico localizando su expansión europea y
estableciendo sus consecuencias.
5.
Analizar la trascendencia que tuvo para Europa el Congreso de Viena y la
restauración del Absolutismo identificando sus consecuencias para los diversos
países implicados.
6.
Identificar las revoluciones burguesas de 1820, 1830 y 1848, relacionando sus
causas y desarrollo.
7.
Conocer el proceso de Unificación de Italia y Alemania, obteniendo su
desarrollo a partir del análisis de fuentes gráficas.
8.
Descubrir las manifestaciones artísticas de comienzos del siglo XIX, obteniendo
información de medios bibliográficos o de Internet y presentándola
adecuadamente.
9.
Analizar utilizando fuentes gráficas la independencia de Hispanoamérica.
Estándares
de aprendizaje evaluables
1.1.
Realiza ejes cronológicos que incluyan diacronía y sincronía de los
acontecimientos de la primera mitad del siglo XIX.
2.1.
Identifica jerarquías causales en la guerra de independencia de Estados Unidos
a partir de fuentes historiográficas.
3.1.
Explica las causas de la Revolución Francesa de 1789.
3.2.
Explica esquemáticamente el desarrollo de la Revolución Francesa.
4.1.
Identifica en un mapa histórico la extensión del Imperio Napoleónico.
5.1.
Analiza las ideas defendidas y las conclusiones del Congreso de Viena
relacionándolas con sus consecuencias.
6.1.
Compara las causas y el desarrollo de las revoluciones de 1820, 1830 y 1848.
7.1.
Describe y explica a Unificación de Italia y la unificación de Alemania a
partir de fuentes gráficas.
8.1.
Establece las características propias de la pintura, la escultura y la
arquitectura del Neoclasicismo y el Romanticismo a partir de fuentes gráficas.
9.1.
Realiza un friso cronológico explicativo de la Independencia de las colonias
hispanoamericanas al comienzo del siglo XIX.
I. INTRODUCCIÓN
El
estallido de la Revolución Francesa en 1789 significó el comienzo de la Edad
Contemporánea (1789-actualidad).
En
el siglo XVIII, antes de que empezase la Revolución Francesa, los déspotas
ilustrados fracasaron en realizar las transformaciones políticas, económicas y
sociales que los pensadores de la Ilustración habían propuesto durante ese
siglo. Desde 1789 en adelante estos cambios fueron impuestos de manera violenta
por revolucionarios, contra los deseos de los monarcas.
Una
revolución política acabó con el Antiguo Régimen en Francia. A continuación,
los revolucionarios realizaron varias reformas influidos por las ideas de la
Ilustración estableciendo el nuevo régimen o sistema liberal.
Desde
1799, Napoleón Bonaparte fue gobernante de Francia e invadió varios países de
Europa, donde impuso las ideas revolucionarias. Los revolucionarios
transformaron la vida cotidiana de la población, introduciendo nuevos usos y
costumbres.
La
Revolución Francesa marcó la llegada de una nueva era, que simbolizó el famoso
lema: “Libertad, igualdad y fraternidad”.
En
1814, las potencias absolutistas derrotaron a Napoleón y restauraron la
monarquía absoluta y el Antiguo Régimen en Europa.
Alguna
gente se opuso a esa política reaccionaria y demandó los mismos derechos y
libertades ya que habían ganado durante la Revolución Francesa. Como resultado
de lo anterior, el siglo XIX, desde 1815 a 1871, estuvo caracterizado por
continuas revueltas y por revoluciones liberales inspiradas en la Revolución
Francesa que finalmente llevaron a cambios políticos y sociales y al triunfo de
las ideas liberales en Europa.
Durante
el siglo XIX Norteamérica y Sudamérica evolucionaron de modos muy diferentes.
Mientras los Estados Unidos expandían sus fronteras para incluir nuevos
territorios en el Oeste, las colonias españolas en América Central y del Sur
consiguieron su independencia y llegaron a ser estados soberanos.
Las
transformaciones culturales en el arte y la arquitectura reflejaron estos
cambios políticos. Se desarrolló un nuevo estilo artístico llamado
Romanticismo, que centraba su atención en la emoción, la creatividad, la
libertad individual y el orgullo nacional.
II. LAS CAUSAS DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA
La Revolución Francesa fue una etapa de
cambio político y social violento, que vio la abolición de la monarquía
absoluta y el fin de la sociedad estamental propias del Antiguo Régimen.
Las causas de la Revolución Francesa
fueron de dos tipos:
Las causas estructurales (estaban
relacionadas con la misma existencia del Antiguo Régimen)
Causas económicas: La población
campesina estaba descontenta por la gran cantidad de impuestos que debían pagar
al rey, a la nobleza y al clero, impuestos que aumentaron durante el siglo
XVIII. Los burgueses estaban descontentos por los límites que el sistema señorial
ponía a la compraventa tierras (manos muertas, mayorazgos…). Los burgueses también
estaban en contra de la intervención del estado en la economía (monopolios,
compañías privilegiadas...). Además todos los miembros del Tercer Estado
rechazaban que los estamentos privilegiados no pagasen impuestos. Por su parte
la aristocracia y el clero tenían problemas económicos pues sus ingresos no
cubrían sus elevados gastos.
Causas sociales: La burguesía se había
enriquecido durante el siglo XVIII, sobre todo gracias al comercio marítimo,
pero, al pertenecer al Tercer Estado y carecer de privilegios, los burgueses no
podían ocupar cargos públicos y no participaban en la toma de decisiones
políticas. Aunque eran el grupo social que más aportaba a la creación de
riqueza los reyes no contaban con ellos para gobernar, al contrario que en Gran
Bretaña donde la burguesía estaba representada en la Cámara de los Comunes.
Causas ideológicas: La burguesía
francesa estaba muy influida por las ideas de la Ilustración e intentaba
ponerlas en práctica. Por ejemplo, los burgueses demandaban que todos los
súbditos del rey de Francia fueran libres e iguales ante la ley. Además la
creación de los Estados Unidos como una república liberal, acontecimiento
conocido en toda Europa, era un ejemplo de que podía romperse con el Antiguo
Régimen.
Las causas circunstanciales (son las
condiciones de un momento concreto que producen el estallido revolucionario)
Causas económicas: La causa que llevo al
comienzo de la Revolución Francesa fue la crisis de subsistencia; en los años
anteriores al inicio de la revolución hubo malas cosechas y, en consecuencia,
los precios de los alimentos eran muy altos en las ciudades, con lo que el
hambre afectaba tanto a los campesinos como a la mayoría de los habitantes de
las ciudades. La pequeña burguesía (artesanos y comerciantes modestos) sufría
dificultades económicas a causa de la crisis de subsistencia, del aumento de
los impuestos para pagar la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos, y
de la creciente competencia comercial de los productos ingleses, pues la
industria británica se comenzaba a mecanizar en ese momento produciendo bienes
más baratos que los franceses. A la crisis de subsistencia se unió una crisis
financiera, causada por el endeudamiento del Estado por los altos gastos
militares y de la corte. La monarquía francesa estaba en bancarrota –arruinada-
por sus excesivos gastos. En las décadas anteriores a la Revolución Francesa
los reyes de Francia tuvieron que pedir préstamos para poder participar en la
Guerra de los Siete Años y en la Guerra de la Independencia de los Estados
Unidos. Además la familia real gastaba grandes cantidades de dinero en
palacios, bienes de lujo y fiestas muy lujosas. Para mejorar las finanzas del
país, el ministro Calonne propuso en 1787 que aumentarán los impuestos y que
los estamentos privilegiados (nobleza y clero) pagaran impuestos como el resto
de la población.
Causas políticas: La nobleza y el clero
se negaron a pagar el nuevo impuesto propuesto por Calonne. Los estamentos
privilegiados temían perder sus privilegios frente al absolutismo real. El rey
no se atrevió a forzarlos a obedecerle y acabó convocando los Estados Generales.
Causas sociales: La clase media
(burguesía) y el campesinado estaban irritados por el lujoso estilo de vida de
la familia real y de la corte que gastaba parte de los ingresos del Estado en
fiestas y bienes de lujo, lo que era criticado por los escritores ilustrados,
como se vio en el asunto del collar de la reina en 1785.
III. LAS ETAPAS DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA
A. LA CONVOCATORIA DE LOS ESTADOS GENERALES
Y LA ASAMBLEA NACIONAL (1789)
Hasta
1789 el rey Luis XVI [1774-1792] gobernó Francia como monarca absoluto. En 1778
Francia intervino en la Guerra de independencia de los Estados Unidos a favor
de los rebeldes. Los gastos de este conflicto, más los heredados de la Guerra
de los Siete Años, arruinaron al estado francés. A ello se unió una serie de
malas cosechas. Como consecuencia de la crisis de subsistencia y de las deudas
acumuladas varios ministros propusieron al rey como solución hacer pagar
también impuestos a los estamentos privilegiados: el clero y la nobleza. Ante
la oposición de ambos grupos Luis XVI se vio obligado a convocar los Estados
Generales. En esta asamblea estaban representados los tres estamentos del reino
de Francia y ella debería ayudar al rey a solucionar sus problemas económicos.
El
clero (el Primer Estado) y la nobleza (el Segundo Estado) tenían 300
representantes cada uno en los Estados Generales y cada grupo poseía un voto.
En contraste, la clase media y el campesinado (el Tercer Estado) tenían 600
representantes y un único voto.
Cuando
en 1789 se reunieron los Estados Generales, el Tercer Estado propuso el voto
por persona. Pero el monarca y parte de la nobleza no aceptaron la propuesta.
En respuesta a lo anterior los representantes del Tercer Estado se proclamaron
a sí mismos Asamblea Nacional, es decir encarnación de la voluntad de Francia.
Este acto supuso el inicio de la revolución pues Francia se convertía en una
monarquía parlamentaria, donde el rey había perdido su poder absoluto y debía
compartirlo con la Asamblea Nacional.
Ante esta situación el rey impidió a los
diputados del Tercer Estado acceder a su sala de reuniones.
B. LOS PROTAGONISTAS DE LA REVOLUCIÓN
FRANCESA
La
Revolución Francesa va a vivir distintas etapas con diferentes gobiernos y
varias constituciones. Esto se debió a los diferentes grupos sociales que
participaron en ella.
La
nobleza y el clero se dividieron al comienzo de la revolución. Mientras la
aristocracia y el alto clero se opusieron desde el principio a todos los
cambios (los llamados realistas), otra parte de la nobleza y del bajo clero
colaboraron con la revolución en sus etapas iniciales. Estos nobles y clérigos
revolucionarios estaban a favor de una constitución en la que se estableciese
la división de poderes, pero manteniendo al rey como jefe del poder ejecutivo
por eso fueron llamados monárquicos constitucionalistas (Feuillants). Ellos
fueron los que dirigieron las primeras etapas de la Revolución.
Los
burgueses de París y otras ciudades francesas van a dirigir la revolución, pero
desde diferentes puntos de vista:
· Por un lado estaba la burguesía
conservadora o moderada formada por los burgueses más ricos (comerciantes,
banqueros, industriales…) favorables a unos cambios limitados del Antiguo
Régimen (derechos individuales, constitución, separación de poderes), pero
manteniendo al rey como poder ejecutivo encargado del gobierno, limitando el
derecho a voto a una minoría de ricos (sufragio censitario o restringido), y
manteniendo la desigualdad en la riqueza aunque todos los ciudadanos franceses
fueron iguales ante la ley y los impuestos. Esta burguesía conservadora
formaría el gobierno del Directorio.
· Por otro lado estaba la burguesía radical
formada por miembros de la pequeña burguesía (médicos, abogados, pequeños
comerciantes…) que querían un régimen republicano (sin rey), con voto
democrático y leyes que ayudasen a los ciudadanos más pobres (control de
precios, asistencia a viudas y huérfanos…).
La
burguesía radical recibió el apoyo de los sans-culottes de París, que eran los
trabajadores urbanos de los gremios y de los negocios pequeños.
La
mayoría de los franceses durante la Revolución Francesa eran campesinos que,
cuando ésta comenzó, consiguieron apoderarse de las tierras de los señores
feudales y pagar menos impuestos, de manera que durante toda la Revolución van
a apoyar a cualquier gobierno que les permita conservar lo que habían
conseguido. En algunas regiones de Francia (Vendée), donde los campesinos
convivían en armonía con la nobleza durante el Antiguo Régimen, la Revolución
Francesa no supuso ninguna ventaja sino un empeoramiento de sus vidas al
implantarse el servicio militar obligatorio. Por eso durante la etapa de la
Convención se produjeron varias revueltas campesinas en contra de la
Revolución.
D. LA MONARQUÍA PARLAMENTARIA O
CONSTITUCIONAL (1789-1792)
1. LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE (1789-1791)
Cuando
el rey Luis XVI intentó que la Asamblea Nacional no se reuniera cerrando la
sala que usaba, los integrantes del Tercer Estado se reunieron en una
habitación del Palacio de Versalles reservada para el Juego de Pelota y allí
juraron no separarse ni irse hasta que hubiesen elaborado una constitución para
Francia que reflejara la voluntad de la mayoría de los franceses. Así fue como
los diputados del Tercer Estado pasaron de ser Asamblea Nacional a Asamblea
Nacional Constituyente.
El
pueblo de París apoyó a los representantes del Tercer Estado y el 14 de julio
de 1789 tomó la Bastilla, fortaleza y cárcel de París donde eran encerrados los
presos políticos. De allí obtuvo armas con las que se armó una Guardia
Nacional, una milicia formada por burgueses que apoyaría a la asamblea
revolucionaria.
Mientras
esos acontecimientos sucedían en París, durante el verano de 1789, estalló una
gran rebelión campesina que abarcó todo el territorio de Francia y que fue
conocida como el Gran Miedo (la Grande Peur). Los campesinos franceses estaban
descontentos desde hacía meses a causa de las malas cosechas que estaban
produciendo hambre. Mientras sucedían los acontecimientos de París se extendió
por la campiña francesa el rumor de que había una conspiración de los
aristócratas para matar de hambre a la población. En respuesta a lo anterior
los campesinos se armaron y atacaron los castillos y las residencias de los
señores destruyendo la documentación donde estaban recogidos los derechos
señoriales.
Ante
estos hechos, la Asamblea Nacional tomó en agosto dos medidas importantes:
abolió los privilegios feudales y promulgó la Declaración de Derechos del
Hombre y del Ciudadano.
El
efecto a largo plazo del Gran Miedo fue que la mayoría de los franceses, que
eran campesinos, apoyaron los cambios que trajo la Revolución. Al abolirse los
privilegios feudales muchos agricultores pagaron menos impuestos e incluso en
algún caso casi dejaron de pagarlos pues muchos nobles franceses huyeron del
país ante la violencia mostrada. Estos nobles expatriados, los “emigrados”,
conspirarían con los reyes absolutos de Europa para acabar con la Revolución.
A
lo largo de 1789 y 1790 la Asamblea Constituyente fue aprobando leyes que
acababan con el Antiguo Régimen mientras redactaban una constitución. Una de
las leyes más importantes de la Asamblea Constituyente fue la Constitución
Civil del Clero de julio de 1790. Esta ley pretendía eliminar la situación de
privilegio de la Iglesia en Francia y someterla al poder del gobierno
revolucionario. La Constitución Civil del Clero establecía:
· la eliminación del diezmo, otro impuesto
que dejaron de pagar los campesinos franceses y que aumentó su apoyo a la
revolución.
· la disolución de las órdenes religiosas
que no tuvieran utilidad (como la enseñanza o la asistencia social)
· la nacionalización de las propiedades de
la Iglesia (tierras, edificios...). La Asamblea Constituyente aprobó esto por
dos razones:
ü
En 1790 el 20 o 25 % de las tierras de Francia pertenecían a la Iglesia, y la
Asamblea opinaba que estaban mal aprovechadas.
ü
El gobierno revolucionario estaba casi en bancarrota, apenas le quedaba dinero
para pagar a los funcionarios y para devolver los préstamos anteriores. Al
administrar las que fueron tierras de la Iglesia el estado francés vería
aumentar sus ingresos.
· la obediencia de los sacerdotes y obispos
al gobierno revolucionario. Para poder acceder a los puestos de sacerdote u
obispo se debía hacer un juramento de lealtad. A cambio el estado francés, con
sus nuevos ingresos, les pagaría un sueldo.
En
1791 se promulgó la constitución, que resumía los principios del liberalismo:
separación de poderes, soberanía nacional, igualdad de todos los ciudadanos
ante la ley y ante los impuestos. Sin embargo se establecía el sufragio
censitario pues los ciudadanos fueron divididos en dos grupos:
· Ciudadanos activos: Poseían riquezas y
tenían derecho a votar. Eran los antiguos privilegiados y la alta burguesía.
· Ciudadanos pasivos: Eran los franceses
menos acaudalados. No tenían derecho a voto porque pagaban poco de impuestos.
También
se hicieron otras reformas: Se prohibió la tortura judicial y se creó un nuevo
ejército, la Guardia Nacional, que era fiel a la Revolución.
Con
estas reformas los burgueses obtenían ventajas económicas y políticas. Sin
embargo hubo dos grandes sectores descontentos:
· La nobleza y el clero, que querían
recuperar los privilegios que habían perdido.
· Los sans-culottes, trabajadores urbanos
que formaron milicias y que deseaban conseguir mejoras sociales y proclamar una
república.
En junio de 1791 el rey y su familia
intentaron huir de Francia en secreto y pedir ayuda a las monarquías
absolutistas europeas, pero fueron detenidos en el pueblo de Varennes y
tuvieron que regresar a París.
2. LA ASAMBLEA LEGISLATIVA (OCTUBRE 1791-
SEPTIEMBRE 1792)
Tras
la aprobación de la Constitución de 1791 se realizaron elecciones en Francia
siguiendo el sufragio censitario y se eligió una nueva asamblea totalmente
nueva, pues los antiguos diputados no podían volver a ser elegidos.
La
Asamblea Legislativa debería haber desarrollado la Constitución de 1791
mediante leyes pero Luis XVI se opuso a nuevas reformas. Los dos grupos
políticos principales en esta etapa de la revolución francesa fueron:
· Los monárquicos constitucionalistas
llamados Feuillants; diputados que procedían de la burguesía más rica y querían
mantener el poder del rey según la Constitución de 1791. Para ellos la
revolución ya había alcanzado sus límites.
· Los diputados que pertenecían al club de
los jacobinos; procedían de la pequeña burguesía, estaban a favor de medidas
democráticas y desconfiaban del rey tras la fuga de Varennes. Dentro del club
de los jacobinos estaban incluidos los girondinos.
· Los diputados que no tenían ideas
políticas definidas eran llamados la Llanura.
En
abril de 1792 la Asamblea Nacional declaró la guerra al emperador austríaco,
hermano de María Antonieta, la reina de Francia, pues había miedo a que ayudara
al rey a recuperar su poder absoluto.
En
los meses sucesivos los ejércitos austríacos, aliados con los prusianos,
derrotaron a los franceses varias veces y se acercaron a París.
El
miedo a que se volviese al Antiguo Régimen provocó un golpe de estado en París.
En junio de 1792, los sans-culottes asaltaron el palacio real de las Tullerías
en París, encarcelaron al rey y proclamaron la república.
E. LA I REPÚBLICA FRANCESA (1792-1799)
1. LA CONVENCIÓN (SEPTIEMBRE 1792- JULIO
1794). LA REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DE LA BURGUESÍA RADICAL
Tras
el golpe de estado protagonizado por los sans-culottes se realizaron nuevas
elecciones, pero esta vez por sufragio universal masculino. La asamblea elegida
fue llamada Convención y comenzó a redactar una nueva constitución.
Dentro
de la Convención hubo dos grupos principales de diputados:
· Los girondinos
· Los jacobinos radicales o montañeses
Ambos
grupos se oponían a la monarquía, eran demócratas y republicanos. Los
girondinos estaban a favor de dar algo de autonomía a los gobiernos regionales
(federalismo) mientras que los jacobinos sostenían que una nación debía tener
un único gobierno. Sin embargo su diferencia principal era que los montañeses
estaban dispuestos a todo para conseguir sus objetivos y los girondinos
intentaban usar métodos menos radicales.
Los
primeros meses de la Convención estuvieron dominados por los girondinos. No
obstante la Convención se fue radicalizando[1]. En enero de 1793 Luis XVI fue
juzgado por la Convención, acusado de traición a Francia y ejecutado en la
guillotina. Su esposa María Antonieta también lo sería más tarde.
La
ejecución del rey de Francia provocó que la mayoría de las monarquías europeas,
para evitar la expansión de la revolución a sus países, se aliaran a Prusia y
Austria en contra de la República Francesa.
En
febrero de 1793, la Convención estaba perdiendo la guerra contra los monarcas
absolutistas y estableció la conscripción o leva en masa, es decir el servicio
militar obligatorio para todos los franceses.
Como
respuesta a la leva en masa los campesinos de varias regiones francesas se alzaron
en armas contra el gobierno revolucionario comenzando una guerra civil (Guerra
de la Vendée).
Ante
esta situación que parecía desesperada los revolucionarios radicales
(montañeses) tomaron el poder y el gobierno pasó a manos del Comité de
Salvación Pública, dirigido por Robespierre.
El Comité de Salud Pública estableció una
dictadura eliminando las libertades individuales, pues anteponía la salvación
de la Revolución al bienestar individual de los ciudadanos.
Para
eliminar la oposición a la Revolución dentro de Francia el Comité de Salud
Pública estableció un sistema represivo que envió a cientos de miles de
sospechosos a la cárcel, ejecutando públicamente a unas decenas de miles. Esta
política fue llamada el Terror.
Junto
a la violencia del Estado contra los ciudadanos el gobierno de Robespierre
aprobó leyes pensadas para favorecer a todos los franceses:
· La abolición de la esclavitud
· La Ley del Máximum. Esta norma establecía
el precio máximo de productos de primera necesidad como el pan, y fue
promulgada para hacer frente a la enorme subida de precios que se produjo
durante la Revolución Francesa.
Aunque
la invasión de las monarquías europeas fue derrotada por los franceses, la
dictadura establecida por el Comité de Salvación Pública dirigido por los
jacobinos radicales (montañeses) continuó y siguieron las detenciones y las
ejecuciones de los sospechosos de contrarrevolucionarios.
En
el golpe de estado de Termidor (julio de 1794) un grupo de diputados de la
Convención detuvo a Robespierre y a los miembros del Comité de Salud Pública
que rápidamente fueron juzgados y guillotinados. Tras Termidor la represión
contra los sospechosos de contrarrevolucionarios se hizo menos dura.
2. EL DIRECTORIO (JULIO 1794-1799). LA
REPÚBLICA CONSERVADORA DE LA BURGUESÍA MODERADA
Tras
el golpe de estado de Termidor la burguesía conservadora volvió a tomar el
poder. El gobierno pasó a manos de un gobierno llamado Directorio, formado por
cinco personas, e intentó volver a los principios moderados de la Revolución.
Se volvió al sufragio censitario y se eliminaron las leyes que establecían
precios máximos.
Al
Directorio se le opusieron tanto los antiguos privilegiados como los
trabajadores urbanos (sans-culottes). Como la crisis económica continuaba hubo
varias revueltas contra el Directorio que fueron aplastadas por el ejército.
Además Francia seguía en guerra con los reyes absolutos de Europa.
Ante
este situación, en 1799, Napoleón Bonaparte, un joven y prestigioso general,
dio un golpe de Estado en el mes de Brumario (noviembre de 1799) e inició un
nuevo gobierno, denominado el Consulado.
La
Europa napoleónica (1799-1814)
Napoleón.
Del Consulado al Imperio
En
su etapa como primer cónsul (1799-1804), Napoleón consiguió consolidar las
conquistas de la revolución, al lograr la pacificación del país y llevar a cabo
numerosas reformas internas.
La
pacificación del país la logró eliminando a la oposición radical, permitiendo
el regreso de la nobleza exiliada, y firmando un acuerdo o concordato con la Santa
Sede (1801). En él, reconocía la religión católica; a cambio, la Iglesia no
reclamaría las tierras confiscadas al clero durante la revolución.
Las
reformas internas más importantes fueron el Código Civil de 1804, que recogía
los logros revolucionarios (igualdad ante la ley, libertad, propiedad y
separación entre la Iglesia y el Estado); la implantación de la libertad
económica; la creación de una asistencia social pública; el fomento de la
instrucción pública; y la construcción de numerosos monumentos en París.
Estos
logros otorgaron a Napoleón una gran popularidad. De ahí que fuera nombrado
cónsul vitalicio, en 1802; y, más tarde, emperador de los franceses, en 1804,
con la aprobación popular expresada en un plebiscito o consulta al pueblo.
El
imperio napoleónico (1805-1815)
Napoleón
se propuso también extender la revolución creando un gran imperio europeo bajo
la autoridad de Francia. Así, entre 1805 y 1810 se enfrentó a varias
coaliciones de países europeos que se formaron contre él, a las que venció en
sucesivas batallas: Austerlitz, Ulm, Jena, Eylau, Friendland y Wagram. Logró
así dominar gran parte de Europa occidental. La única excepción fue Reino
Unido, que derrotó a la flota napoleónica en Trafalgar (1805) y resistió el
bloqueo económico decretado por Napoleón (1806).
En
los países conquistados Napoleón confió el gobierno a familiares o a generales
franceses. Todos ellos difundieron las ideas revolucionarias, promulgaron
constituciones, implantaron el Código Civil napoleónico y abolieron los impuestos
señoriales y el diezmo.
La
caída de Napoleón
La
dominación francesa no fue aceptada en muchos países, donde provocó movimientos
nacionalistas contrarios a ella. Tras el fracaso del Gran Ejército enviado
contra Rusia (1812) y la derrota en España (1814), una coalición de potencias
europeas integrada por Reino Unido, Austria, Prusia y Rusia entró en París.
Napoleón fue desterrado a la isla de Elba, y se restableció la monarquía en
Francia en la persona de Luis XVIIII.
Al
año siguiente, Napoleón escapó de la isla y recuperó el poder durante cien
días. Pero los aliados lo derrotaron definitvamente en Waterloo (1815) y lo
desterraron a la isla de Santa Elena, donde murió en 1821.
II. RESTAURACIÓN, LIBERALISMO Y NACIONALISMO
A. LA EUROPA DE LA RESTAURACIÓN
La
derrota definitiva de Napoleón abrió un nuevo periodo en Europa en el que se
intentó restaurar el absolutismo. No obstante, acabaron imponiéndose el
liberalismo y el nacionalismo, dos nuevas ideologías surgidas de la Revolución
Francesa.
La
vuelta al absolutismo
Entre
1814 y 1815, las potencias vencedoras de Napoleón (Reino Unido, Austria, Prusia
y Rusia) se reunieron en el llamado Congreso de Viena. Sus objetivos fueron
dos:
La
restauración del Antiguo Régimen. Para ello, el restablecimiento en sus tronos
a los monarcas depuestos por Napoleón.
La
reconstrucción del mapa político de Europa. Con ese fin, obligaron a Francia a
volver a sus límites de 1791 y se repartieron territorios. El trazado de las
nuevas fronteras, sin embargo, se hizo sin contar con los deseos de algunos
pueblos, que quedaron así separados o unidos contra su voluntad.
En
Viena también se acordó la convocatoria periódica de congresos, donde se
tratarían diplomáticamente las posibles disputas entre países; y se autorizó la
intervención de las potencias en cualquier país amenazado por una revolución.
Por
último, en 1815, se crearon dos grupos de alianzas para asegurar el orden
establecido: la Santa Alianza, formada por Austria, Prusia y Rusia, a la que
luego se sumaron otros estados; y la Cuádruple Alianza, formada por Austria,
Prusia, Rusia y Reino Unido.
Las
potencias europeas que derrotaron a Napoleón se reunieron en el Congreso de
Viena (1814-1815) con el objetivo de restaurar el absolutismo. Todos los
monarcas que habían perdido el trono recuperaron sus reinos. Además, las
grandes potencias –Rusia, Reino Unido, Prusia y Austria- repartieron el Imperio
napoleónico entre los vencedores, y se firmó un tratado, la Santa Alianza, para
ayudar militarmente a los monarcas ante cualquier amenaza de sublevación.
Parecía
que las ideas de la Revolución francesa iban a desaparecer, pero a lo largo del
siglo XIX hubo diversos levantamientos liberales y nacionalistas que se
opusieron a la Restauración y acabaron triunfando.
B. EL LIBERALISMO Y EL NACIONALISMO
A
pesar de los intentos absolutistas, la Restauración no pudo impedir la
expansión por Europa de nuevas ideas y valores, representados por el
liberalismo y el nacionalismo.
El liberalismo defendía la libertad
individual, plasmada en el reconocimiento de derechos a los ciudadanos; la
igualdad ante la ley; suprimiendo los privilegios; y la implantación de
regímenes constitucionales, basados en la soberanía nacional y la división de
poderes.
El liberalismo es un sistema político
que fundamenta la sociedad en el individuo:
El Estado debe garantizar los derechos y
libertades individuales (como el derecho a la propiedad privada).
El individuo es un ciudadano. El
conjunto de los ciudadanos forma la nación, y en la nación reside la soberanía,
es decir, el poder. Esto es la soberanía nacional.
Se establece un sistema representativo.
Las leyes se elaboran en una asamblea, el Parlamento, elegido por sufragio
(votación).
Una Constitución debe regular el
funcionamiento político y la división de poderes.
El Estado no debe intervenir en asuntos
económicos.
La ideología liberal se extendió, sobre
todo, entre los burgueses y las clases populares de las grandes ciudades.
El
nacionalismo sostenía que el marco fundamental de la vida de las personas es la
nación, o comunidad con rasgos propios derivados de una historia, una lengua o
una cultura comunes. Su objetivo era que cada nación tuviese su propio Estado
(estado nación); y, por tanto, reclamaba que las fronteras de las naciones
coincidieran con las de los Estados.
El
nacionalismo defiende el derecho de los pueblos a autogobernarse. La nación es
un conjunto de individuos con unos lazos culturales propios (religión, lengua,
pasado, tradiciones) y que desean vivir en común. Por esta razón sostiene que
el Estado y nación coincidan, para así reagrupar en unas mismas fronteras a los
miembros de una misma comunidad nacional.
La
ideología nacionalista se extendió por los territorios sometidos a un poder
extranjero, como Grecia;o por los que aspiraban a formar un Estado unificado,
caso de Italia y Alemania.
III. LAS REVOLUCIONES LIBERALES Y NACIONALES
Las
revoluciones liberales del siglo XIX
En
la primera mitad del siglo XIX, la restauración del absolutismo y la extensión
del liberalismo dieron lugar a nuevas oleadas revolucionarias.
A. LAS REVOLUCIONES DE 1820
En
1820 hubo varios levantamientos liberales en Europa. La mayoría tuvieron lugar
en la región mediterránea y en Rusia. En ellos tuvieron un destacado papel los
oficiales del ejército y las sociedades secretas. Así, los liberales
protagonizaron levantamientos antiabsolutistas en España, Portugal, Nápoles,
Piamonte y Rusia. Inicialmente algunos monarcas tuvieron que aceptar constituciones;
pero, al final, se impuso el absolutismo gracias a los ejércitos de la Santa Alianza. Sólo en Grecia triunfó
una insurrección contra el Imperio de los turcos otomanos, y en 1822 Grecia se
proclamó independiente.
En
América, los habitantes de las colonias españolas se enfrentaron al gobierno de
la metrópoli y se declararon independientes.
B.
LAS REVOLUCIONES DE 1830
En
1830, otra vez, se produjeron varios levantamientos de carácter liberal que
triunfaron en diversos países europeos. En esos países, la burguesía impuso un
sistema político constitucional basado en el sufragio censitario: sólo podían
votar aquellos que pagaban una cantidad mínima de impuestos.
Las
revoluciones liberales de 1830 se iniciaron en Francia, donde el monarca
absoluto Carlos X fue sustituido por un monarca constitucional, Luis Felipe de
Orleáns. Después, la revolución se extendió a Bélgica, que consiguió
independizarse del Reino de los Países Bajos (Holanda).
En
España, se pasó del absolutismo a un sistema liberal al aceptar el rey Fernando
VII la Constitución de 1812.
También
hubo revoluciones en Portugal, Polonia y
diversos estados italianos y alemanes. Sin embargo, una vez conquistado el
poder, el liberalismo limitó los derechos y las libertades e implantó el sufragio
censitario o restringido, excluyendo así a los grupos populares de la política
y del poder.
C. LAS REVOLUCIONES DE 1848. LA PRIMAVERA DE LOS
PUEBLOS.
Las
revoluciones de 1848 tuvieron mayor extensión y participación popular y fueron
más radicales que las de 1820 y 1830. Estas revoluciones tuvieron carácter
democrático. En todas ellas, los revolucionarios levantaron barricadas en las
calles y exigieron más derechos, como soberanía popular, sufragio universal
masculino e igualdad social.
La
revolución triunfó en Francia, donde el rey Luis Felipe se vio obligado a
abandonar el trono, se proclamó la Segunda República, y se implantó una
constitución que establecía el sufragio universal masculino. Además se
reconocieron los derechos de los obreros al trabajo con la creación de los
Talleres Nacionales.
En
Prusia, Suiza, el Imperio austriaco, la Confederación Germánica y los estados
italianos hubo diversas revoluciones democráticas y nacionalistas, pero fueron
reprimidas. En muchos casos triunfaron posteriormente, en la segunda mitad del
siglo XIX.
Las
consecuencias de las revoluciones
A
pesar de sus limitaciones, el balance de las revoluciones liberales fue
positivo, pues consolidaron ciertas conquistas revolucionarias. Así, muchos
países de Europa occidental adoptaron el liberalismo y se dotaron de
constituciones escritas en las que se reconocía el sufragio censitario
masculino. Francia mantuvo el sufragio universal masculino. Y la servidumbre se
abolió en casi todos los países de Europa central y oriental, excepto Rusia.
La
burguesía fue la gran triunfadora de las revoluciones liberales, y se convirtió
en conservadora y defensora del orden. Los grupos populares, en cambio,
resultaron derrotados, al no conseguir transformaciones políticas y sociales más
profundas. Pero tomaron conciencia de clase, y comenzaron a organizarse para
enfrentarse a la burguesía y al Estado liberal que habían contribuido a crear.
Las
exigencias de igualdad social de los proletarios (trabajadores de las fábricas)
asustaron a la burguesía que implantó un liberalismo conservador en los Estados
que controló. A partir de 1848 los intereses de burgueses y proletarios dejan
de coincidir y ello causará, con el fin de las crisis de subsistencia, la
desaparición de los grandes ciclos revolucionarios en Europa. Asimismo al
apoderarse del gobierno en la mayoría de los países de Europa occidental la
burguesía, y sus ideales, liberalismo y nacionalismo, perderán parte de su
carácter abierto e innovador, y se volverán más conservadores, aliándose en
ocasiones con la monarquía y la Iglesia, sus antiguos enemigos.
IV. LA CONSOLIDACIÓN DE LOS ESTADOS-NACIÓN
EN EUROPA
En
la segunda mitad del siglo XIX, en Europa se extendieron las ideas
nacionalistas. En consecuencia aparecieron nuevos estados como Italia y
Alemania, que lograron su unificación.
A. LA UNIFICACIÓN DE ITALIA (1859-1870)
Italia
estaba dividida en seis estados. El proceso de unificación fue dirigido por el
reino de Piamonte-Cerdeña. Sus protagonistas fueron el rey Víctor Manuel II y
su primer ministro Cavour, que se ganaron la confianza de las corrientes
nacionalistas más significativas; y el revolucionario Garibaldi. La unficación
se realizó en varias etapas.
En
1859 Víctor Manuel II incorporó Lombardía al reino de Piamonte-Cerdeña luchando
contra Austria, y los ducados centrales de Italia. Mientras, Garibaldi dirigía
un movimiento popular que conquistaba el reino de Dos Sicilias, en el sur, al
frente de un ejército conocido como “los mil camisas rojas”. De este modo, en
1861 Víctor Manuel fue proclamado rey de Italia tras esta unificación parcial
En
1866, los austriacos abandonaron el Véneto y éste se unió a Italia. En 1870,
los Estados Pontificios también fueron conquistados. La unificación italiana se
había completado y Roma fue la capital del nuevo estado.
El
nuevo Estado implantó un sistema político liberal basado en el sufragio
censitario.
B. LA UNIFICACIÓN DE ALEMANIA (1864-1871)
Alemania estaba dividida en treinta y
seis estados. Los protagonistas de la unificación fueron el reino de Prusia,
regido por Guillermo I, y el canciller Bismarck. Ambos se propusieron unificar
Alemania sin incluir a Austria, su rival político.
El proceso de unificación se llevó a
cabo en dos etapas. Primero, Prusia se enfrentó y derrotó a Austria en la
batalla de Sadowa (1866), lo que permitió unificar los estados alemanes del
norte. Luego, se enfrentó y venció a Francia en la batalla de Sedán (1870),
incorporando Alsacia y Lorena; y unificó los estados alemanes del sur. Se
iniciaba así el II Reich o imperio alemán (1871) y el rey de Prusia, Guillermo
I, fue coronado emperador.
El nuevo estado adoptó una constitución
que establecía el sufragio universal masculino y un sistema político federal,
formado por estados con amplias competencias.
C. EUROPA A FINALES DEL SIGLO XIX
A finales del siglo XIX se mantenían, en
Europa, dos problemas importantes:
En Europa oriental, los imperios
absolutistas tenían sometidos a diversos pueblos. Los húngaros, checos y
polacos deseaban independizarse del Imperio austríaco; y los servios, croatas y
búlgaros querían independizarse del Imperio de los turcos otomanos.
En Europa occidental, la población
continuaba luchando para conseguir la democracia: sufragio universal, mayores
libertades y derechos sociales.
LOS
NACIONALISMOS. EL NACIMIENTO DE NUEVOS ESTADOS
Las
ideas nacionalistas favorecieron algunos procesos de unificación. Fueron los
casos de Italia y de Alemania, donde contribuyeron a la difusión de las ideas
de construcción de un Estado liberal unitario. También impulsaron el proceso de
descomposición del imperio turco y el surgimiento de nuevos Estados.
Los
nacionalismos independentistas
Los
movimientos nacionalistas independentistas se extendieron por los países
sometidos a un poder extranjero y se aliaron con el liberalismo.
Como
resultado de los mismos, se produjo la independencia de la mayoría de las colonias
españolas de Hispanoamérica (1825); la de Grecia, del imperio turco (1829); y
la de Bélgica, del reino de los Países Bajos (1839). En cambio, Irlanda,
anexionada a Inglaterra en el siglo XVII, no logró sus objetivos.