Bloque
5. El período de entreguerras, la II Guerra Mundial y sus consecuencias
Contenidos
Economía,
sociedad y cultura de la época: los años veinte.
La
revolución rusa, la formación y desarrollo de la URSS.
Tratados
de paz y reajuste internacional: la Sociedad de Naciones.
Estados
Unidos y la crisis de 1929: la Gran Depresión y el New Deal.
Europa
occidental: entre la reconstrucción y la crisis.
Los
fascismos europeos y el nazismo alemán.
Las
relaciones internacionales del período de entreguerras, virajes hacia la
guerra.
Orígenes
del conflicto y características generales.
Desarrollo
de la II Guerra Mundial.
Consecuencias
de la guerra.
El
antisemitismo: el Holocausto.
Preparación
de la paz y la ONU.
Criterios
de evaluación
1.
Reconocer las características del período de entreguerras insertándolas en los
correspondientes aspectos políticos, económicos, sociales o culturales.
2.
Esquematizar el desarrollo de la Revolución Rusa de 1917 reconociendo sus
etapas y sus protagonistas más significativos y estableciendo sus
consecuencias.
3.
Identificar los tratados de paz de la I Guerra Mundial estableciendo como una
consecuencia el surgimiento de la Sociedad de Naciones.
4.
Explicar la Gran Depresión describiendo los factores desencadenantes y sus
influencias en la vida cotidiana.
5.
Reconocer la trascendencia de los fascismos europeos como ideologías que
condujeron al desencadenamiento de conflictos en el panorama europeo del
momento.
6.
Establecer las etapas del desarrollo de la II Guerra Mundial, distinguiendo las
que afectaron a Europa y las que afectaron a Estados Unidos y Japón.
7.
Analizar el papel de la guerra mundial como elemento de transformación de la
vida cotidiana.
8.
Obtener y seleccionar información escrita y gráfica relevante, utilizando
fuentes primarias o secundarias, relativa tanto al período de entreguerras como
a la II Guerra Mundial y la postguerra.
Estándares
de aprendizaje evaluables
1.1.
Explica las características del periodo entreguerras a partir de
manifestaciones artísticas y culturales de comienzos del siglo XX.
2.1.
Identifica y explica algunas de las causas de la Revolución Rusa de 1917.
2.2.
Compara la Revolución Rusa de Febrero de 1917 con la de Octubre de 1917.
3.1.
Explica los acuerdos de los tratados de paz de la I Guerra Mundial y analiza
sus consecuencias a corto plazo.
3.2.
Analiza el papel que juega la Sociedad de Naciones en las relaciones
internacionales, a partir de fuentes históricas.
4.1.
Interpreta imágenes de la Gran Depresión.
4.2.
Comenta gráficas que explican la crisis económica de 1929.
5.1.
Compara el fascismo italiano y el nazismo alemán.
5.2.
Distingue símbolos de los fascismos europeos de la primera mitad del siglo XX.
5.3.
Analiza a partir de diferentes fuentes contrapuestas las relaciones
internacionales anteriores al estallido de la II Guerra Mundial.
6.1.
Identifica y explica las causas desencadenantes de la II Guerra Mundial a
partir de fuentes históricas.
6.2.
Explica las etapas de la II Guerra Mundial tanto en el frente europeo como en
la guerra del Pacífico.
6.3.
Analiza el desarrollo de la II Guerra Mundial a partir de mapas históricos.
7.1.
Describe las consecuencias de la II Guerra Mundial.
8.1.
Analiza imágenes que explican el Holocausto llevado a cabo por la Alemania nazi.
8.2.
Sintetiza textos que explican la intervención de la ONU en las relaciones
internacionales y asuntos de descolonización.
LOS
FASCISMOS EUROPEOS
Tras la Primera Guerra Mundial, la
democracia se impuso en toda Europa e incluso fuera de ella. La participación
política se fue ampliando a toda la población adulta, se realizaron elecciones
con un alto grado de libertad y en las nuevas constituciones se reconocieron
los derechos y libertades de los ciudadanos.
Sin embargo, los gobiernos democráticos
no encontraban solución al problema social y la clase obrera, alentada por la
Revolución soviética, aumentó su presión. En estas circunstancias surgieron los
fascismos, nacionalistas y violentos, que se presentaron como garantía del
orden social. En los Estados donde el sistema democrático estaba más asentado
se vivieron etapas de crisis. En los países donde la democracia tenía menos
arraigo, pronto se establecieron regímenes autoritarios que, en casos como los
de Italia y Alemania, dieron paso a la formación de Estados totalitarios de
corte fascista.
1.
Los
problemas de las democracias en el período de entreguerras (1919-1939)
1.1.La crisis de la
democracia.
Tras la Primera Guerra Mundial, los
Estados liberales evolucionaron hacia sistemas democráticos. La participación
política se extendió a toda la población adulta con el reconocimiento del
sufragio femenino y aparecieron nuevas fuerzas políticas y sociales (partidos,
sindicatos obreros) como reflejo de una sociedad más compleja. Además, se
ampliaron derechos como la jornada laboral de ocho horas o la seguridad social.
Así, en el sistema democrático llegó a muchos países que carecían de tradición
liberal, en los que se celebraron
elecciones multipartidistas con un grado de libertad considerable.
La obtención del derecho al
voto por las mujeres fue el resultado de una larga lucha y supuso uno de los
principales indicadores de la democracia. Encontró fuerte resistencia en
algunos países porque se pensaba que favoreciera a las opciones políticas de la
derecha.
Esas políticas pronto se vieron
amenazadas. De un lado, el ejemplo soviético hizo que se intensificara la
presión social en demanda de una sociedad más igualitaria. Por otro lado, y en
parte como reacción a la amenaza comunista, irrumpieron fuerzas nacionalistas.
También aparecieron nuevos grupos de presión económicos, religiosos e ideológicos.
Todo ello desembocó en la formación de gobiernos débiles, con apoyos
parlamentarios inestables y desbordados por la situación social y económica de
la Gran Depresión. Las democracias sufrieron graves crisis que, en algunos,
casos condujeron al establecimiento de gobiernos autoritarios y a la formación
de Estados totalitarios fascistas.
1.2.Estados Unidos
Tras la Primera Guerra Mundial, Estados
Unidos conoció un período de prosperidad y expansión económica. Su producción
industrial aumentó y el país se convirtió en la primera potencia comercial al
conquistar nuevos mercados internacionales.
Tras las elecciones parciales de
1918, los republicanos obtuvieron el control de Congreso e impusieron una nueva
política exterior desvinculada de Europa. En consecuencia, vetaron la propuesta
del presidente Wilson para que Estados Unidos entrara en la Sociedad de
Naciones.
La era republicana (1921-1933)
Entre 1921 y 1933, los republicanos
Warren G. Harding, Calvin Coolidge y Herbert C. Hoover se sucedieron en la
presidencia de los Estados Unidos. En ese momento, en Estados Unidos se impuso
el conservadurismo, basado en la defensa de los valores nacionalistas
tradicionales y puritanos, con leyes moralizantes como la prohibición del juego
y del alcohol, conocida como ley seca (1920-1933). En lo económico, el Estado
mantuvo un férreo no intervencionismo, fundamentado en el liberalismo
económico. Esta política benefició a los poderosos y permitió la formación de
grandes fortunas, muchas veces con prácticas de dudosa legalidad, al tiempo que
las prohibiciones fomentaron la creación de redes clandestinas y el
gansterismo.
Con el pretexto de perseguir a los
"radicales" (anarquistas, comunistas e incluso progresistas), las
autoridades quebrantaron los derechos individuales con registros, detenciones
ilegales y juicios sin garantías. En cambio, se toleraron organizaciones como
la Legión Americana, que persiguió a los comunistas y a los sospechosos de serlo,
y el racista Ku Klux Klan.
El proceso Sacco y Vanzetti
En 1920, un juicio condenó a
muerte a Sacco y Vanzetti, dos anarquistas de origen italiano, a pesar de no
hallar pruebas de su culpabilidad. Ejecutados en 1927, se los consideró
víctimas de la xenofobia propia de la era republicana. La revisión del caso en
1977 los exoneró simbólicamente.
El Ku Klux Klan fue una
sociedad secreta estadounidense fundada en 1866 “en nombre de la moral” con el
fin de mantener la supremacía blanca en los Estados sureños. Disuelta oficialmente
en 1869, pervivió en la clandestinidad hasta 1915. En la década de 1920,
desarrolló una intensa actividad: persiguió y atacó a la población negra y
mostró su hostilidad hacia judíos, católicos, intelectuales y
antiprohibicionistas.
La comunidad afroamericana quedó privada
de derechos sociales y políticos. El origen de esta situación estaba en las
llamadas leyes de Jim Crow (1876-1964) que, bajo el lema “separados pero
iguales”, permitían que las leyes locales o de cada Estado restringieran los derechos
de la población negra. Por ejemplo, en la práctica los negros no tenían derecho
al voto al exigirles pruebas de residencia, exámenes de comprensión lectora y
un impuesto cuyo pago no estaba a su alcance.
En política exterior, Estados Unidos
retornó al aislacionismo, pero con un activo intervencionismo en América
Central y América del Sur. Allí aplicó la “política de cañoneras”, es decir,
situaba barcos de guerra frente a ciudades portuarias para forzar a los
Gobiernos a adoptar medidas favorables a sus intereses.
El crash
del 29, la Gran Depresión y el retroceso de los derechos y libertades
propiciaron la derrota electoral de los republicanos en las elecciones de 1932.
La etapa demócrata (1933-1945)
El demócrata Franklin D. Roosevelt ganó
las elecciones de 1932 con un proyecto basado en los valores democráticos y en
las libertades individuales. Su política favoreció los derechos de los
trabajadores, a quienes reconoció los seguros de desempleo, vejez e
incapacidad. El poder de los sindicatos aumentó y la clase media recuperó el
orgullo perdido por la crisis.
En lo económico, Roosevelt aplicó el New Deal para intentar acabar con la
crisis y devolver la confianza al mundo de los negocios y a los estadounidenses.
Aunque no resolvió algunos problemas de base como la eliminación el paro, logró
que los estadounidenses mantuviesen su fe en el sistema democrático, en un
momento de crisis de estos valores en todo el mundo.
El pueblo de Estados Unidos reconoció la labor
de Roosevelt, que fue reelegido en tres ocasiones y permaneció en el poder
desde 1933 hasta su muerte en 1945, algo único en la historia de esta nación.
1.3. Francia
La Tercera República francesa
(1870-1940) debió afrontar la reconstrucción del país tras la Primera Guerra
Mundial, el pago de la deuda a Reino Unido y Estados Unidos, el revanchismo
alemán, su debilidad económica y la crisis social.
Los años veinte
El bloque moderado triunfó en las
elecciones de 1919. Raymond Poincaré, primer ministro desde 1922, ordenó
invadir el Ruhr ante el retraso en el pago de las reparaciones de guerra por
parte de Alemania. Con el triunfo del bloque de izquierda (1924-1926), el
radicalsocialista Edouard Herriot reconoció a la URSS y aplicó medidas
laicistas en la enseñanza. El Gobierno de derecha moderada protagonizó desde
1926 la etapa más prospera del período de entreguerras, estabilizando el franco
y reactivando la economía.
La crisis de los años treinta
En los años treinta Francia vivió una
gran inestabilidad política. Se sucedieron gobiernos de corta duración y
proliferaron grupos antidemocráticos de corte fascista.
Esta situación condujo a la formación
del Frente Popular, una coalición de socialistas, comunistas y radicales de
izquierda, que ganó las elecciones de 1936. El socialista Léon Blum formó un
gobierno que aprobó medidas sociales como la semana laboral de cuarenta horas,
nacionalizó las industrias de armamento y tomó el control e Banco de Francia.
La inflación y el miedo a un golpe de Estado provocaron su caída en 1937.
Desde 1938 a 1940 varios gobiernos
conservadores impulsaron el rearme, aunque practicaron una política de
apaciguamiento hacia Hitler, algo que no dio resultado.
La Croix de Feu o la Liga
fascista fueron grupos antidemocráticos que experimentaron un gran auge en
Francia durante la crisis de los años treinta, desestabilizando la situación
política hasta su ilegalización, durante el mandato de Léon Blum.
1.4. Reino Unido
En el período entreguerras, el sistema
parlamentario británico se mantuvo estable por su pragmática y tolerante
política, que evitó la violencia de los grupos extremistas.
Bipartidismo y Gobierno nacional
El Partido Conservador gobernó la mayor
parte de este período. Se alternó en el poder con el Partido Laborista, que
había desplazado al Partido Liberal en el esquema bipartidista. El Partido
Liberal, con pocos parlamentarios, quedó convertido en un partido bisagra que
posibilitó la formación de gobiernos estables. El laborista Ramsay MacDonald
formó gobierno en coalición con los liberales e 1924 y desde 1929 hasta 1931.
En 1931, ante el impacto de la Gran Depresión, MacDonald presidio un “Gobierno
nacional” de concentración con conservadores, liberales y algunos laboristas,
lo que alteró el bipartidismo y enojó a muchos laboristas, que pasaron a la
oposición. Finalmente, los conservadores recuperaron el poder en 1935.
Paro y movimiento obrero
La caída de las exportaciones generó el
cierre de industrias y provocó un aumento del paro, multiplicado con la Gran Depresión.
Ante ello, el Estado recurrió a ayudas y subsidios que resultaron
insuficientes.
El movimiento obrero se fortaleció en el
Reino Unido, donde alcanzó altos niveles de afiliación. En 1926, el Gobierno
británico ordenó reducir el salario de los mineros para controlar la inflación.
En respuesta, la Trade Unions Congress, coordinadora de los sindicatos
británicos, declaró una huelga general que se extendió a otros sectores como
los transportes o la industria pesada. Esta huelga llevó a su máxima tensión el
enfrentamiento entre Gobierno y sindicatos, y su fracaso hizo retroceder el
poder sindical. En 1927, los conservadores aprobaron la Ley de Conflictos
Sociales que limitó el derecho de huelga.
La cuestión de Irlanda
La Home Rule (1912), estatuto de autonomía
irlandés, había quedado en suspenso por la Gran Guerra. En 1916, el Sinn Féin,
movimiento nacionalista y republicano irlandés que recibió el apoyo económico
de los emigrados a Estados Unidos, dirigió la insurrección frustrada del “Lunes
de Pascua”. Dos años más tarde, diputados irlandeses se retiraron del
Parlamento de Londres (1918) para constituir su propio Parlamento irlandés: la
Dáil Éireann. Tras un breve conflicto armado, el Estado Libre de Irlanda (1922)
fue reconocido como dominio de la Corona. Obtuvo Gobierno y Parlamento propios,
pero la provincia del Ulster (Irlanda del Norte) se mantuvo dentro del Reino
Unido.
En 1937 se aprobó la Constitución que
proclamaba la soberanía de Irlanda como Estado independiente y democrático. En
1949, el nuevo país rompió con la Commonwealth y proclamó la República de
Irlanda.
Los años previos a la guerra
Los gobiernos conservadores de Baldwin
(1935-1937) y de Chamberlain (1937-1940) hicieron frente a varios problemas:
El rearme alemán y la agresividad del
nazismo propició un programa de defensa iniciado con la creación de la Royal
Air Force (RAF), al tiempo que se desarrollaba una política de apaciguamiento
de Hitler.
Movimientos de independencia y problemas
coloniales, especialmente en la India.
La boda de Eduardo VIII con la
norteamericana Wallis Simpson se resolvió con la abdicación del monarca en
favor de su hermano, Jorge VI.
1.5. Alemania: La República de Weimar
La formación de la República de Weimar
La República de Alemania nació en 1918 y el
socialista Friedrich Ebert se convirtió
en presidente del Gobierno provisional.
Ese mismo año, Karl Liebknecht y Rosa
Luxemburgo encabezaron una escisión del Partido Socialdemócrata alemán (SPD) y
crearon el Partido Comunista alemán (KPD).
En enero de 1919, iniciaron la
revolución espartaquista, que fue reprimida por el Ejército con la colaboración
de nacionalistas exaltados. El levantamiento fue sofocado y sus líderes fueron
asesinados, lo que supuso la aniquilación de este movimiento.
Una Asamblea reunida en Weimar aprobó la
Constitución de 1919, muy progresista, aunque otorgaba poderes extraordinarios
al canciller en casos excepcionales. El socialdemócrata Ebert, primer
presidente de la República de Weimar, se enfrentó al conservadurismo y al
revanchismo nacionalista por parte del Ejército y de la burguesía industrial,
contraria a las mejoras sociales.
La crisis de 1923 y la presidencia de
Hindenburg
En 1923, el Gobierno respaldó la huelga
de los obreros alemanes ante la ocupación del Ruhr por las tropas francesas y
les mantuvo los salarios a pesar de no trabajar. Sin embargo, la hiperinflación
produjo convulsiones sociales y políticas. En noviembre de 1923, el Partido
Nacionalsocialista Obrero Alemán, dirigido por Adolf Hitler, protagonizó en
Múnich el Putsch de la Cervecería, un golpe de Estado que fue abortado sin
resistencia por la policía.
A partir de 1924, la situación mejoró
gracias a la reducción de las reparaciones de guerra, la adopción de una moneda
más fuerte y la llegada de préstamos americanos. En 1925 llegó a la presidencia
de la República el general Paul von Hindenburg, veterano de guerra y muy
conservador. Comenzó entonces una etapa de prosperidad económica.
Con la Gran Depresión la economía
alemana se derrumbaría nuevamente.
La Constitución De Weimar
El 21 de agosto de 1919 una
multitud se concentró en la plaza del Teatro, en Weimar, para asistir al acto
en el que Friedrich Ebert juró la nueva constitución alemana. La Constitución
de Weimar convertía al Imperio alemán en una república democrática,
parlamentaria y federal en la que se reconocían amplios derechos civiles y
sociales como el sistema de seguros o la enseñanza. Konstantin Fehrenbach,
político católico del Partido de Centro, dijo que los alemanes eran “el pueblo
más libre del mundo” gracias a aquella constitución.
1.6. Las democracias débiles
Durante los años treinta, la mayoría de
las democracias nacidas tras la Gran Guerra fueron sustituidas por regímenes
personalistas o militares de carácter conservador. Estos regímenes compartieron
rasgos comunes como la represión de las libertades individuales, la prohibición
de los partidos de la oposición o la anulación de los parlamentos. En algunos
casos, se establecieron Estados totalitarios.
El avance del autoritarismo en Europa
En Hungría, el Ejército suprimió la
república socialista de Bela Kun en 1919. Poco después, el almirante Horthy,
antiguo jefe de la marina austrohúngara, de la derecha conservadora y
anticomunista, proclamó una monarquía con trono vacante y gobernó
autoritariamente.
En Polonia (1926) y Grecia (1936), los
generales Pilsudski y Metaxás impusieron sendas dictaduras militares. Turquía
(1923) se convirtió en una República que, presidida por Mustafá Kemal Ataturk,
modernizó el país por medios autoritarios. En los países balcánicos se
establecieron dictaduras conservadoras encabezadas por reyes: Yugoslavia
(1929-939), Bulgaria (1935-1943) y Rumanía (1938-1940).
España conoció la dictadura de Miguel
Primo de Rivera (1923-1930), el golpe de Estado contra la Segunda República
(1936) y la Guerra Civil (1936-1939), que concluyó con la instauración de una
dictadura conservadora encabezada por el general Francisco Franco.
En Portugal, el pronunciamiento de 1926
dio paso a la dictadura de Antonio Oliveira Salazar, que duraría cuatro
décadas.
En Austria, el canciller Engelbert
Dollfuss gobernó por decreto desde 1933. La nueva Constitución de 1934 se basó
en el conservadurismo político y el catolicismo social.
Japón abandonó el parlamentarismo y, a
partir de 1932, dio paso al autoritarismo militar, con limitación de libertades
y desarrollo de una política imperialista en Extremo Oriente.
En Iberoamérica se desarrollaron los
caudillismos, regímenes populistas de corte autoritario. Se basaron en la
dictadura de un líder que ocupaba el poder en nombre del pueblo y para el
pueblo, pero solo beneficiaba a los poderosos.
2. El ascenso de los totalitarismos
2.1. Los totalitarismos fascistas:
ideologías y sistemas de gobierno.
El termino fascismo -del latín fasces,
“haz” o “unión”- designa a los movimientos nacionalistas radicales que
surgieron en la Europa de entreguerras con unas características comunes y
ciertas peculiaridades. Iniciado en Italia en 1922, fue denominado nazismo en
Alemania, donde acabó con la República de Weimar (1933). Los partidos fascistas
se extendieron por toda Europa y muchos gobiernos autoritarios emplearon sus
símbolos, estructuras y objetivos.
Factores
Los fascismos emergieron tras la Primera
Guerra Mundial. En sus orígenes estuvieron los ideales nacionalistas y
militaristas presentes en la Gran Guerra. De otra parte, fueron la reacción de
una parte de la sociedad que temía la revolución social, la expansión de la
Revolución rusa y el fortalecimiento de la clase obrera.
Al desarrollo del fascismo contribuyó la
aparición, a finales del siglo XIX, de la sociedad de masas y el desarrollo de
los nuevos medios de comunicación.
La sociedad de masas
La sociedad de masas supuso la
uniformización de ideas, actitudes y comportamientos. Llevado por la emoción y
el sentimiento colectivo, el individuo se vuelve fácilmente manipulable. En la
fotografía, la Feldherrhalle de Múnich el 2 de agosto de 1914, día de la
declaración de guerra a Rusia. En medio de la multitud, un joven y eufórico
Adolf Hitler.
Ideología
Los fascismos no contaron con un cuerpo
articulado de ideas, pues en estos movimientos políticos la acción precedía a
la reflexión. Sin embargo, todos ellos compartieron algunos principios comunes,
como su nacionalismo radical, lo que les hizo promover una política
internacional imperialista.
Los fascistas primaban la voluntad y el
instinto sobre la razón. Exaltaban la emoción, el vitalismo y la irracionalidad.
Por ello rechazaron la Ilustración, el liberalismo, el socialismo y el
comunismo. Todos recurrieron a la violencia para defender y propagar sus
ideales, y revindicaron las glorias y las conquistas pasadas y el afán de
revancha.
Los fascismos partieron de la creencia
en la desigualdad humana y de las naciones. Por ello, los superiores debían
dirigir la sociedad y el munod, lo que justificaba la importancia del líder y
de la elite en el desarrollo del proyecto nacional.
Todos estos movimientos insistieron en
el principio masculino y ensalzaron la juventud como instrumento de cambio
social.
Los fascismos buscaron formar
ciudadanos activos y disciplinados. Mítines, marchas, símbolos visuales
atractivos, rituales ceremoniales, uniformes, saludos y consignas desempeñaron
un papel central, destinado a crear un ambiente emotivo que estableciera lazos
solidarios entre los presentes.
Objetivo político y métodos de gobierno
El fascismo pretendió la creación de
Estados totalitarios como expresión de una tarea colectiva por encima de los intereses
y creencias personales.
Este gran proyecto era conducido por un partido
único, regido por las elites, con fuertes vínculos de unidad y fraternidad. Muy
jerarquizado, con unas milicias disciplinadas, los partidos fascistas contaban
con secciones juveniles e infantiles que servían para el adoctrinamiento de las
futuras clases dirigentes. Al frente se distinguía un líder carismático e
incuestionable.
La economía estaba dirigida por el
Estado, aunque se mantuvo la iniciativa privada y se benefició a los grandes
empresarios a costa de la desarticulación de los sindicatos y la oposición
obrera.
Los fascistas preconizaban un orden
social que favorecía la natalidad y delimitaba las funciones del hombre y la
mujer. La educación estaba dirigida desde el estado e incluso se reglamentó el
disfrute del tiempo libre. La sociedad era movilizada mediante grandes actos
públicos con el apoyo de los nuevos medios de comunicación, como la radio y el
cine, a fin de generar una opinión pública favorable al Estado.
Bases sociales
Los fascismos se representaron como
movimientos destinados a todas las clases sociales. Sin embargo, su principal
soporte fueron las clases medias, integradas por empleados, funcionarios o
trabajadores por cuenta propia. Poco comprometidos en política, a menudo
votantes de centro y de derecha, estas clases medias apoyaron al fascismo por
miedo a los movimientos obreros y al ejemplo soviético. La alta burguesía, que
en principio recelaba del intervencionismo económico propio del Estado
fascista, se mostró favorable a este porque obtuvo muchas ventajas económicas.
Muchos estudiantes, artistas e
intelectuales vanguardistas se sumaron al fascismo, que tuvo un gran atractivo
para los jóvenes, seducidos por sus promesas de vida activa y arriesgada.
Grupos de trabajadores, sacudidos por la Gran Depresión, engrosaron asimismo
las filas de los partidos fascistas.
Un sector del Ejército, al que la
política imperialista daba posibilidades de promoción y prestigio social, y los
excombatientes desarraigados en la sociedad de entreguerras fueron atraídos por
los llamamientos a rehacer viejas glorias y conquistas.
2.2 El fascismo italiano
La crisis de la democracia burguesa
(1919-1922)
Aunque vencedora en la Gran Guerra,
Italia no obtuvo de los tratados de paz los territorios que anhelaba. A las
pérdidas sufridas se sumaron un fuerte endeudamiento exterior, una baja
producción industrial e inflación. Como consecuencia, las huelgas y los
conflictos sociales aumentaron.
La amplitud de fuerzas políticas devino
en sucesivos e inestables gobiernos de coalición y en un Parlamento inoperante.
En ese contexto, grupos no democráticos recogieron las aspiraciones
nacionalistas y antirrevolucionarias de parte de la población.
En 1919, Benito Mussolini fundó los
primeros fasci di combattimento,
bandas de ciudadanos desideologizados e imbuidos de los valores militares. Su
principal actividad fue combatir violentamente a obreros y campesinos, lo que
les granjeó el apoyo de las clases medias y de la alta burguesía. A partir de
esos grupos y por iniciativa de Mussolini, en 1921 se fundó el Partido Nacional
Fascista que, en las elecciones de ese año, solo logró 35 diputados.
Su actividad política se acompañaba de
actos violentos de intimidación, por lo que, en agosto de 1922, los sindicatos
convocaron una huelga general contra el partido fascista. Las escuadras de
acción, formadas por radicales fascistas (los escuadristas), respondieron
apaleando a los obreros y expulsando a los alcaldes de algunos pueblos. Al
mismo tiempo, los fascistas mantuvieron en funcionamiento los servicios de
correos, trenes y autobuses, lo que les proporcionó la simpatía de la clase
media, que se sintió segura.
Mussolini, maestro, periodista
y antiguo socialista, intentó rescatar los símbolos y ademanes de la Roma
imperial. Se hizo llamar duce,
derivado del latín dux, que significa
caudillo o jefe militar.
La dictadura de Benito Mussolini
(1922-1926)
En octubre de 1922, Mussolini se ofreció
el rey Víctor Manuel III como única salida de la crisis, y anunció la Marcha
sobre Roma de miles de camisas negras, quienes se concentraron en las afueras
de la capital. Una semana más tarde el rey cedió y le encargó la formación de
un Gobierno de concentración.
Mussolini, investido de plenos poderes
por el Parlamento, elaboró una ley electoral que favorecía a la minoría más
votada y convocó elecciones. En 1924, tras una campaña llena de agresiones e
intimidaciones por parte de los fascistas, estos ganaron las elecciones. El
diputado socialista Giacomo Matteotti denunció la violencia, las
irregularidades y el falseamiento de los resultados electorales. A los pocos
días, en junio de 1924, fue asesinado por los escuadristas. Este crimen,
aprobado por Mussolini según la oposición, provocó la condena de amplios
sectores de la sociedad italiana. Los diputados no fascistas, en señal de
protesta, abandonaron el Parlamento, al que ya no regresarían.
El caso Matteotti reforzó a Mussolini
que, respaldado por el rey y dueño de la situación, pasó a actuar como un
dictador. Así, promulgó leyes de excepción que suprimieron la libertad de
prensa y de reunión, y anuló los escaños de los diputados de la oposición. Con
impunidad, los escuadristas quemaron libros y atentaron contra los disidentes.
La marcha sobre Roma
La gran movilización de
militantes del Partido Nacional Fascista italiano, conocidos como camisas
negras por su uniforme, logró vencer la resistencia del monarca Víctor Manuel
III.
El Estado totalitario italiano
La dictadura, concebida como un estado
de excepción dentro de la democracia burguesa, dio paso al Estado totalitario
mediante las “leyes fascistísimas” aprobadas en 1925 y 1926:
Mussolini se autoproclamó capo di Governo, con poderes ejecutivos
y legislativos, y responsable solo ante el rey.
El partido fascista se convirtió en el
único partido y el resto fueron disueltos.
Se instauró el sindicalismo vertical
corporativo, organización laboral en ramas profesionales que integraba a
trabajadores y empresarios.
Se restableció la pena de muerte, se
fundó la OVRA (1927), una policía secreta de carácter político, y se creó un
tribunal de “defensa del Estado”, nombrado por el propio Mussolini, que juzgaba
sin garantías procesales y cuyas sentencias eran inapelables.
Las concentraciones fascistas
en Italia
Benito Mussolini se dirigía a
la multitud apelando a la historia de Italia y a su unidad. Utilizaba para ello
escenarios espectaculares, donde los uniformes, consignas y símbolos estaban
muy estudiados.
El Estado totalitario controlaba todas
las actividades de la vida cívica y política.
En política interior, Italia mantuvo la
Monarquía y el Parlamento, pero sin atribuciones. En la práctica, como capo di Governo, Mussolini ostentaba
todos los poderes. La elite dirigente se integró en el Partido Fascista,
estructurado en fascios locales y
provinciales. El Gran Consejo Fascista, presidido por Mussolini, coordinaba el
partido, elaboraba listas electorales y proyectos de ley, nombraba ministros y
emitía dictámenes. El partido creó su propia sección infantil, la Opera
Nazionale Balilla, y las Juventudes Fascistas. A su vez, la Opera Nazionale
Dopolavoro dirigía el tiempo libre de los italianos con actividades deportivas,
recreativas y culturales.
En economía, el fascismo italiano
practicó el intervencionismo estatal, pero respetó la propiedad privada.
Propició la autarquía con iniciativas como la "batalla del trigo" y
la "batalla de la lira" que buscaban la autosuficiencia italiana en
alimentación y una moneda estable en el mercado internacional. Impulsó la producción
industrial mediante la creación del Instituto para la Reconstrucción Industrial
(IRI) y promovió la creación de empleo en obras públicas e industria militar.
También estimuló la natalidad y limitó la emigración como receta para
enriquecer el país.
Las relaciones con la Iglesia se
normalizaron. Para ello, Mussolini y el papa Pío XI firmaron, en febrero de
1929, el Tratado de Letrán, por el que se creó el Estado de la Ciudad del
Vaticano.
La política exterior de Mussolini se
caracterizó por su imperialismo y agresividad. Mantuvo una política
intervencionista en los Balcanes con la ocupación de Albania. En África, a
partir de 1935, desencadenó la guerra de Abisinia. También participó en la
guerra civil de España (1936-1939). Esta política le llevó a un entendimiento
progresivo con Alemania.
El arte del fascismo italiano
El fascismo italiano
desarrolló su visión totalitaria en el arte. Relacionado con algunas
vanguardias como el futurismo, se inspiró en formas rígidas y rotundas que
pretendían rememorar las viejas glorias de la Roma imperial. Por ejemplo, el Palacio
de la Civilización Italiana (1938-1943), conocido como el Colosseo Quadrato.
2.3. La
Alemania nazi
El
ascenso del nazismo
En 1920
se fundó en Alemania el Partido Obrero Nacionalsocialista Alemán (NSDAP). El
partido nazi se definió como racista, nacionalista, antisemita, antiparlamentario
y anticomunista. Rechazó el Tratado de Versalles y defendió la integración de
todos los alemanes arios en un gran proyecto común. En julio de 1921, Adolf
Hitler fue nombrado jefe del partido y, dos años después, los dirigentes nazis
intentaron en Múnich el Putsh de la Cervecería, golpe de Estado fallido tras el
que fueron encarcelados.
En 1925, Hitler fortaleció su liderazgo
y el partido nazi se reorganizó. Se formaron entonces sus milicias:
Las SA o Secciones de Asalto, estaban
organizadas de forma militar con uniformes -camisas pardas- y armamento ligero.
Las SS, un cuerpo militarizado de élite
destinado a la protección del führer,
nombre que recibió Hitler como jefe del partido nazi.
Durante los veinte, el partido nazi fue una
fuerza irrelevante, con un pequeño grupo parlamentario. Sin embargo, el impacto
de la Gran Depresión lo revitalizó coincidiendo con el hundimiento de la
economía alemana (1932).
Apoyado en la calle por los activos y
violentos miembros de las SA, el nazismo se convirtió en la fuerza más votada
en las elecciones generales de julio de 1932, aunque con una insuficiente
mayoría parlamentaria. Obtuvo 230 escaños, 123 más que en las elecciones de
1930. Con ello se convirtió en la primera fuerza política del Reichstag o
parlamento alemán.
El presidente Hindenburg no aceptó a
Hitler como canciller y convocó elecciones para noviembre. En el intervalo, la
situación económica empeoró y la actividad de las milicias nazis creció. En
estos comicios, el partido nazi retrocedió a los 196 diputados y los comunistas
avanzaron. Venciendo sus reticencias y fuertemente presionado, Hindenburg
nombró a Hitler como canciller el 30 de enero de 1933.
En los 9 meses que estuvo en
la cárcel, Adolf Hitler escribió Mein Kampf -en castellano, Mi lucha-,
obra en la que mezclaba recuerdos, reflexiones sobre Alemania y comentarios
antisemitas y nacionalistas.
Hitler, canciller
Al frente de un gobierno de coalición,
Hitler intimidó a sus rivales políticos mediante la violencia; a menudo, hizo
detenerlos o forzó su despido laboral. El canciller convocó elecciones para el
5 de marzo de 1933, pero la semana anterior se produjo el incendio del
Reichstag, lo que añadió confusión a la situación política. Los nazis, con 288
escaños, obtuvieron entonces una amplia victoria electoral.
El Reichstag de mayoría nazi aprobó la
Ley de Plenos Poderes en virtud de la cual el canciller promulgó una serie de
leyes que convirtieron a Alemania en un Estado totalitario. Los cambios más
importantes fueron:
El poder ejecutivo aumentó su poder con
funciones legislativas.
Partidos y sindicatos fueron
ilegalizados y sustituidos por el partido nazi y por un sindicato corporativo,
el Frente del Trabajo Alemán.
El federalismo fue abolido y se
establecieron gobernadores nazis en las provincias.
Los funcionarios no afines al nazismo
fueron separados de sus funciones.
En abril de 1933 se fundó la Gestapo,
policía secreta del Estado bajo el control de las SS. La persecución política
se extendió a todos los opositores e incluso alcanzó al propio partido nazi. De
tal forma, el 30 de junio de 1934 los líderes de las SA fueron detenidos,
acusados de traición y asesinados por las SS en la Noche de los Cuchillos
Largos.
Incendio en el Reichstag
En vísperas de las elecciones
de 1933, el Parlamento alemán o Reichstag fue incendiado la noche del 27 al 28
de febrero. Aunque la autoría señalaba a un acto individual, Hitler acusó a
agentes comunistas, lo que le sirvió para encarcelar a sospechosos y suspender
la libertad de prensa y otras garantías constitucionales.
El Estado totalitario alemán
En agosto de 1934, a la muerte del
presidente Hindenburg, Hitler asumió la presidencia de Alemania. El
presidente-canciller proclamó el Tercer Reich y estableció un Estado
totalitario donde el logro del ideal colectivo anulaba las aspiraciones
individuales. Todos los ámbitos de la vida y la sociedad pasaron a estar
controlados por el Estado.
En economía, al igual que en la Italia
fascista, se impuso un férreo intervencionismo estatal, aunque con respeto
absoluto a la propiedad privada. Se adoptó un plan cuatrienal de desarrollo
para conseguir la autarquía y el Estado promovió obras públicas y una gran
industria armamentística, sectores que demandaron gran número de trabajadores.
En consonancia, el paro comenzó a
reducirse, absorbido además por el reclutamiento militar, la formación de una
industria de armamento y las obras públicas.
Como la total autarquía resultaba
imposible, la Alemania nazi practicó una política colonialista en el Este de
Europa, donde intercambiaba materias primas por productos industriales
alemanes.
La sociedad se reglamentó y encasilló.
La educación se puso al servicio del nazismo, la juventud fue enrolada en las
Juventudes Hitlerianas y las iglesias católica y luterana fueron vigiladas y
alejadas de la educación. La clase obrera obtuvo estabilidad en el trabajo, con
bajos salarios y a costa de perder libertades y derechos, como el de huelga.
Las clases medias se sintieron seguras bajo un régimen autoritario fundamentado
en el orden. La alta burguesía, en ausencia de sindicatos de clase, se acogió a
los dictados del poder y vio crecer sus industrias y sus ganancias.
La prensa, la radio y el cine fueron
poderosas armas de propaganda bajo el control nazi, al igual que la literatura
y las artes plásticas.
En política se impuso en Alemania un
régimen de partido único, con el führer
al frente. El Estado dirigió a la sociedad hacia la consecución de un ideal
colectivo de engrandecimiento de la patria, para lo cual ejercía un control
absoluto sobre los ciudadanos. Se suprimió la separación de poderes y el Estado
de derecho. Cualquier disconformidad con el régimen fue tomada como una
traición y muchos intelectuales y artistas, como el científico Albert Einstein
o el arquitecto Walter Gropius, tuvieron que exiliarse.
La persecución del Estado nazi se centró
en las minorías no arias, percibidas como elementos extraños al "gran
proyecto común". En 1935 se privó a los judíos de sus derechos civiles, se
los expulsó de la Administración y fueron prohibidos los matrimonios mixtos. En
1938 se establecieron campos de concentración para "reeducar a los
descarriados".
Ese mismo año, la noche del 9 al 10 de
noviembre, los nazis de las SS y las Juventudes Hitlerianas asaltaron los
barrios judíos con el pretexto de vengar el asesinato de un diplomático alemán.
Murieron 91 judíos y centenares de ellos fueron heridos, en tanto miles de
tiendas y cientos de sinagogas quedaron destruidas. La Noche de los Cristales
Rotos marcó el inicio de la persecución masiva de judíos en el Tercer Reich.
El arte del nazismo
El arte mostró el ideal racial
de la familia aria, con roles sociales muy marcados para el hombre y la mujer.
De otra parte, con un carácter monumental y un realismo heroico, fue un arte
dirigido a las masas y utilizado con fines propagandísticos.
Cine nazi
Leni Riefenstahl (1902-2003),
cineasta alemana, dirigió documentales y películas en las que se exaltaba el
nazismo y la raza aria. En El triunfo de la voluntad mostró, con un
novedoso lenguaje cinematográfico, la gran concentración nazi de Núremberg,
repleta de desfiles y discursos.