02 El ascenso de los totalitarismos
02.1 Los
totalitarismos fascistas: ideologías y sistemas de gobierno
El término fascismo
– del latín fasces, “haz” o “unión” –
designa a los movimientos nacionalistas radicales que surgieron en la
Europa de entreguerras con unas características comunes y ciertas peculiaridades. Iniciado en
Italia en 1922, fue denominado nazismo en Alemania, donde acabó con la
República de Weimar (1933). Los partidos fascistas se extendieron por toda
Europa y muchos gobiernos autoritarios emplearon sus símbolos, estructuras y
objetivos.
Factores
Los fascismos emergieron tras la Primera Guerra Mundial. En
sus orígenes estuvieron los ideales nacionalistas
y militaristas presentes en la Gran Guerra. De otra parte, fueron la reacción de una parte de la sociedad
que temía la revolución social, la expansión de la Revolución rusa y el
fortalecimiento de la clase obrera.
Al desarrollo del fascismo contribuyó la aparición, a
finales del siglo XIX, de la sociedad de
masas y el desarrollo de los nuevos
medios de comunicación.
LA SOCIEDAD DE MASA
La sociedad de masa supuso la uniformización de ideas,
actitudes y comportamientos. Llevado por
la emoción y el sentimiento colectivo, el individuo se vuelve fácilmente
manipulable. En la fotografía de Feldherrhalle Múnich el 2 de agosto de 1914,
día de la declaración de guerra a Rusia. En medio de la multitud, un joven y
eufórico Adolf Hitler.
Ideología
Los fascismos no contaron con un cuerpo articulado de ideas,
pues en estos movimientos políticos la acción precedía a la reflexión. Sin
embargo, todos ellos compartieron algunos principios comunes, como su nacionalismo radical, lo que les hizo
promover una política internacional imperialista.
Los fascistas primaban la voluntad y el instinto sobre la razón. Exaltaban la emoción, el
vitalismo y la irracionalidad. Por ello rechazaron la Ilustración, el
liberalismo, el socialismo y el comunismo. Todos recurrieron a la violencia
para defender y propagar sus ideales, y revindicaron las glorias y conquistas
pasadas y el afán de revancha.
Los fascismos partieron de la creencia en la desigualdad humana y de las naciones.
Por ello, los superiores debían dirigir la sociedad y el mundo, lo que
justificaba la importancia de líder y de la elite en el desarrollo del proyecto
nacional.
Todos estos movimientos insistieron en el principio
masculino y ensalzaron la juventud como instrumento del cambio social.
Los fascismos buscaron formar
ciudadanos activos y disciplinados. Mítines, marchas, símbolos visuales
atractivos, rituales ceremoniales, uniformes, saludos y consignas desempeñaron
un papel central, destinado a crear un ambiente emotivo que estableciera lazos
solidarios entre los presentes.
Objetivo político y métodos de gobierno
El fascismo pretendió la creación de los Estados totalitarios como expresión de
una tarea colectiva por encima de los intereses y creencias personales.
Este gran proyecto era conducido por un partido único, regido por las elites, con fuertes vínculos de
unidad y fraternidad. Muy jerarquizado, con unas milicias disciplinadas, los
partidos fascistas contaban con secciones juveniles e infantiles que servían
para el adoctrinamiento de las futuras clases dirigentes. Al frente se distinguía
un líder carismático e
incuestionable.
La economía estaba
dirigida por el Estado, aunque se mantuvo la iniciativa privada y se benefició
a los grandes empresarios a costa de la desarticulación de los sindicatos y la
oposición obrera.
Los fascistas preconizaban un orden social que favorecía la natalidad y delimitaba las funciones
del hombre y la mujer. La educación estaba dirigida desde el Estado e incluso
se reglamentó el disfrute del tiempo libre. La sociedad era movilizada mediante
grandes actos públicos con el apoyo de los nuevos medios de comunicación, como
la radio y el cine, a fin de generar una opinión pública favorable al Estado.
Bases sociales
Los fascismos se presentaron como movimientos destinados a
todas las clases sociales. Sin embargo,
su principal soporte fueron las clases
medias, integradas por empleados, funcionarios o trabajadores por cuenta
propia. Poco comprometidos en la política, a menudo votantes de centro y de
derechas, estas clases medias apoyaron al fascismo por medio a los movimientos
obreros y al ejemplo soviético. La alta
burguesía, que en principio recelaba del intervencionismo económico propio
del Estado fascista, se mostró favorable a este porque obtuvo muchas ventajas
económicas.
Muchos estudiantes,
artistas e intelectuales vanguardistas
se sumaron al fascismo, que tuvo un gran atractivo para los jóvenes, seducidos
por sus promesas de vida activa y arriesgada. Grupos de trabajadores, sacudidos por la Gran Depresión, engrosaron asimismo
las filas de los partidos fascistas.
Un sector del Ejército,
al que la política imperialista daba posibilidades de promoción y prestigio
social, y los excombatientes
desarraigados en la sociedad de entreguerras fueron atraídos por los llamamientos a rehacer viejas glorias y conquistas.
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