domingo, 28 de enero de 2018

Bloque 5. Los fascismos europeos

Bloque 5. El período de entreguerras, la II Guerra Mundial y sus consecuencias

Contenidos
Economía, sociedad y cultura de la época: los años veinte.
La revolución rusa, la formación y desarrollo de la URSS.
Tratados de paz y reajuste internacional: la Sociedad de Naciones.
Estados Unidos y la crisis de 1929: la Gran Depresión y el New Deal.
Europa occidental: entre la reconstrucción y la crisis.
Los fascismos europeos y el nazismo alemán.
Las relaciones internacionales del período de entreguerras, virajes hacia la guerra.
Orígenes del conflicto y características generales.
Desarrollo de la II Guerra Mundial.
Consecuencias de la guerra.
El antisemitismo: el Holocausto.
Preparación de la paz y la ONU.

Criterios de evaluación
1. Reconocer las características del período de entreguerras insertándolas en los correspondientes aspectos políticos, económicos, sociales o culturales.
2. Esquematizar el desarrollo de la Revolución Rusa de 1917 reconociendo sus etapas y sus protagonistas más significativos y estableciendo sus consecuencias.
3. Identificar los tratados de paz de la I Guerra Mundial estableciendo como una consecuencia el surgimiento de la Sociedad de Naciones.
4. Explicar la Gran Depresión describiendo los factores desencadenantes y sus influencias en la vida cotidiana.
5. Reconocer la trascendencia de los fascismos europeos como ideologías que condujeron al desencadenamiento de conflictos en el panorama europeo del momento.
6. Establecer las etapas del desarrollo de la II Guerra Mundial, distinguiendo las que afectaron a Europa y las que afectaron a Estados Unidos y Japón.
7. Analizar el papel de la guerra mundial como elemento de transformación de la vida cotidiana.
8. Obtener y seleccionar información escrita y gráfica relevante, utilizando fuentes primarias o secundarias, relativa tanto al período de entreguerras como a la II Guerra Mundial y la postguerra.

Estándares de aprendizaje evaluables
1.1. Explica las características del periodo entreguerras a partir de manifestaciones artísticas y culturales de comienzos del siglo XX.
2.1. Identifica y explica algunas de las causas de la Revolución Rusa de 1917.
2.2. Compara la Revolución Rusa de Febrero de 1917 con la de Octubre de 1917.
3.1. Explica los acuerdos de los tratados de paz de la I Guerra Mundial y analiza sus consecuencias a corto plazo.
3.2. Analiza el papel que juega la Sociedad de Naciones en las relaciones internacionales, a partir de fuentes históricas.
4.1. Interpreta imágenes de la Gran Depresión.
4.2. Comenta gráficas que explican la crisis económica de 1929.
5.1. Compara el fascismo italiano y el nazismo alemán.
5.2. Distingue símbolos de los fascismos europeos de la primera mitad del siglo XX.
5.3. Analiza a partir de diferentes fuentes contrapuestas las relaciones internacionales anteriores al estallido de la II Guerra Mundial.
6.1. Identifica y explica las causas desencadenantes de la II Guerra Mundial a partir de fuentes históricas.
6.2. Explica las etapas de la II Guerra Mundial tanto en el frente europeo como en la guerra del Pacífico.
6.3. Analiza el desarrollo de la II Guerra Mundial a partir de mapas históricos.
7.1. Describe las consecuencias de la II Guerra Mundial.
8.1. Analiza imágenes que explican el Holocausto llevado a cabo por la Alemania nazi.
8.2. Sintetiza textos que explican la intervención de la ONU en las relaciones internacionales y asuntos de descolonización.

LOS FASCISMOS EUROPEOS
Tras la Primera Guerra Mundial, la democracia se impuso en toda Europa e incluso fuera de ella. La participación política se fue ampliando a toda la población adulta, se realizaron elecciones con un alto grado de libertad y en las nuevas constituciones se reconocieron los derechos y libertades de los ciudadanos.
Sin embargo, los gobiernos democráticos no encontraban solución al problema social y la clase obrera, alentada por la Revolución soviética, aumentó su presión. En estas circunstancias surgieron los fascismos, nacionalistas y violentos, que se presentaron como garantía del orden social. En los Estados donde el sistema democrático estaba más asentado se vivieron etapas de crisis. En los países donde la democracia tenía menos arraigo, pronto se establecieron regímenes autoritarios que, en casos como los de Italia y Alemania, dieron paso a la formación de Estados totalitarios de corte fascista.

1.      Los problemas de las democracias en el período de entreguerras (1919-1939)

1.1.La crisis de la democracia.
Tras la Primera Guerra Mundial, los Estados liberales evolucionaron hacia sistemas democráticos. La participación política se extendió a toda la población adulta con el reconocimiento del sufragio femenino y aparecieron nuevas fuerzas políticas y sociales (partidos, sindicatos obreros) como reflejo de una sociedad más compleja. Además, se ampliaron derechos como la jornada laboral de ocho horas o la seguridad social. Así, en el sistema democrático llegó a muchos países que carecían de tradición liberal, en  los que se celebraron elecciones multipartidistas con un grado de libertad considerable.

La obtención del derecho al voto por las mujeres fue el resultado de una larga lucha y supuso uno de los principales indicadores de la democracia. Encontró fuerte resistencia en algunos países porque se pensaba que favoreciera a las opciones políticas de la derecha.

Esas políticas pronto se vieron amenazadas. De un lado, el ejemplo soviético hizo que se intensificara la presión social en demanda de una sociedad más igualitaria. Por otro lado, y en parte como reacción a la amenaza comunista, irrumpieron fuerzas nacionalistas. También aparecieron nuevos grupos de presión económicos, religiosos e ideológicos. Todo ello desembocó en la formación de gobiernos débiles, con apoyos parlamentarios inestables y desbordados por la situación social y económica de la Gran Depresión. Las democracias sufrieron graves crisis que, en algunos, casos condujeron al establecimiento de gobiernos autoritarios y a la formación de Estados totalitarios fascistas.

1.2.Estados Unidos
Tras la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos conoció un período de prosperidad y expansión económica. Su producción industrial aumentó y el país se convirtió en la primera potencia comercial al conquistar nuevos mercados internacionales.
Tras las elecciones parciales[1] de 1918, los republicanos obtuvieron el control de Congreso e impusieron una nueva política exterior desvinculada de Europa. En consecuencia, vetaron la propuesta del presidente Wilson para que Estados Unidos entrara en la Sociedad de Naciones.

La era republicana (1921-1933)
Entre 1921 y 1933, los republicanos Warren G. Harding, Calvin Coolidge y Herbert C. Hoover se sucedieron en la presidencia de los Estados Unidos. En ese momento, en Estados Unidos se impuso el conservadurismo, basado en la defensa de los valores nacionalistas tradicionales y puritanos, con leyes moralizantes como la prohibición del juego y del alcohol, conocida como ley seca (1920-1933). En lo económico, el Estado mantuvo un férreo no intervencionismo, fundamentado en el liberalismo económico. Esta política benefició a los poderosos y permitió la formación de grandes fortunas, muchas veces con prácticas de dudosa legalidad, al tiempo que las prohibiciones fomentaron la creación de redes clandestinas y el gansterismo.
Con el pretexto de perseguir a los "radicales" (anarquistas, comunistas e incluso progresistas), las autoridades quebrantaron los derechos individuales con registros, detenciones ilegales y juicios sin garantías. En cambio, se toleraron organizaciones como la Legión Americana, que persiguió a los comunistas y a los sospechosos de serlo, y el racista Ku Klux Klan.

El proceso Sacco y Vanzetti
En 1920, un juicio condenó a muerte a Sacco y Vanzetti, dos anarquistas de origen italiano, a pesar de no hallar pruebas de su culpabilidad. Ejecutados en 1927, se los consideró víctimas de la xenofobia propia de la era republicana. La revisión del caso en 1977 los exoneró simbólicamente.

El Ku Klux Klan fue una sociedad secreta estadounidense fundada en 1866 “en nombre de la moral” con el fin de mantener la supremacía blanca en los Estados sureños. Disuelta oficialmente en 1869, pervivió en la clandestinidad hasta 1915. En la década de 1920, desarrolló una intensa actividad: persiguió y atacó a la población negra y mostró su hostilidad hacia judíos, católicos, intelectuales y antiprohibicionistas.

La comunidad afroamericana quedó privada de derechos sociales y políticos. El origen de esta situación estaba en las llamadas leyes de Jim Crow (1876-1964) que, bajo el lema “separados pero iguales”, permitían que las leyes locales o de cada Estado restringieran los derechos de la población negra. Por ejemplo, en la práctica los negros no tenían derecho al voto al exigirles pruebas de residencia, exámenes de comprensión lectora y un impuesto cuyo pago no estaba a su alcance.
En política exterior, Estados Unidos retornó al aislacionismo, pero con un activo intervencionismo en América Central y América del Sur. Allí aplicó la “política de cañoneras”, es decir, situaba barcos de guerra frente a ciudades portuarias para forzar a los Gobiernos a adoptar medidas favorables a sus intereses.
El crash del 29, la Gran Depresión y el retroceso de los derechos y libertades propiciaron la derrota electoral de los republicanos en las elecciones de 1932.

La etapa demócrata (1933-1945)
El demócrata Franklin D. Roosevelt ganó las elecciones de 1932 con un proyecto basado en los valores democráticos y en las libertades individuales. Su política favoreció los derechos de los trabajadores, a quienes reconoció los seguros de desempleo, vejez e incapacidad. El poder de los sindicatos aumentó y la clase media recuperó el orgullo perdido por la crisis.
En lo económico, Roosevelt aplicó el New Deal para intentar acabar con la crisis y devolver la confianza al mundo de los negocios y a los estadounidenses. Aunque no resolvió algunos problemas de base como la eliminación el paro, logró que los estadounidenses mantuviesen su fe en el sistema democrático, en un momento de crisis de estos valores en todo el mundo.
 El pueblo de Estados Unidos reconoció la labor de Roosevelt, que fue reelegido en tres ocasiones y permaneció en el poder desde 1933 hasta su muerte en 1945, algo único en la historia de esta nación.

1.3. Francia
La Tercera República francesa (1870-1940) debió afrontar la reconstrucción del país tras la Primera Guerra Mundial, el pago de la deuda a Reino Unido y Estados Unidos, el revanchismo alemán, su debilidad económica y la crisis social.

Los años veinte
El bloque moderado triunfó en las elecciones de 1919. Raymond Poincaré, primer ministro desde 1922, ordenó invadir el Ruhr ante el retraso en el pago de las reparaciones de guerra por parte de Alemania. Con el triunfo del bloque de izquierda (1924-1926), el radicalsocialista Edouard Herriot reconoció a la URSS y aplicó medidas laicistas en la enseñanza. El Gobierno de derecha moderada protagonizó desde 1926 la etapa más prospera del período de entreguerras, estabilizando el franco y reactivando la economía.

La crisis de los años treinta
En los años treinta Francia vivió una gran inestabilidad política. Se sucedieron gobiernos de corta duración y proliferaron grupos antidemocráticos de corte fascista.
Esta situación condujo a la formación del Frente Popular, una coalición de socialistas, comunistas y radicales de izquierda, que ganó las elecciones de 1936. El socialista Léon Blum formó un gobierno que aprobó medidas sociales como la semana laboral de cuarenta horas, nacionalizó las industrias de armamento y tomó el control e Banco de Francia. La inflación y el miedo a un golpe de Estado provocaron su caída en 1937.
Desde 1938 a 1940 varios gobiernos conservadores impulsaron el rearme, aunque practicaron una política de apaciguamiento hacia Hitler, algo que no dio resultado.

La Croix de Feu o la Liga fascista fueron grupos antidemocráticos que experimentaron un gran auge en Francia durante la crisis de los años treinta, desestabilizando la situación política hasta su ilegalización, durante el mandato de Léon Blum.

1.4. Reino Unido
En el período entreguerras, el sistema parlamentario británico se mantuvo estable por su pragmática y tolerante política, que evitó la violencia de los grupos extremistas.

Bipartidismo y Gobierno nacional
El Partido Conservador gobernó la mayor parte de este período. Se alternó en el poder con el Partido Laborista, que había desplazado al Partido Liberal en el esquema bipartidista. El Partido Liberal, con pocos parlamentarios, quedó convertido en un partido bisagra que posibilitó la formación de gobiernos estables. El laborista Ramsay MacDonald formó gobierno en coalición con los liberales e 1924 y desde 1929 hasta 1931. En 1931, ante el impacto de la Gran Depresión, MacDonald presidio un “Gobierno nacional” de concentración con conservadores, liberales y algunos laboristas, lo que alteró el bipartidismo y enojó a muchos laboristas, que pasaron a la oposición. Finalmente, los conservadores recuperaron el poder en 1935.

Paro y movimiento obrero
La caída de las exportaciones generó el cierre de industrias y provocó un aumento del paro, multiplicado con la Gran Depresión. Ante ello, el Estado recurrió a ayudas y subsidios que resultaron insuficientes.
El movimiento obrero se fortaleció en el Reino Unido, donde alcanzó altos niveles de afiliación. En 1926, el Gobierno británico ordenó reducir el salario de los mineros para controlar la inflación. En respuesta, la Trade Unions Congress, coordinadora de los sindicatos británicos, declaró una huelga general que se extendió a otros sectores como los transportes o la industria pesada. Esta huelga llevó a su máxima tensión el enfrentamiento entre Gobierno y sindicatos, y su fracaso hizo retroceder el poder sindical. En 1927, los conservadores aprobaron la Ley de Conflictos Sociales que limitó el derecho de huelga.

La cuestión de Irlanda
La Home Rule (1912), estatuto de autonomía irlandés, había quedado en suspenso por la Gran Guerra. En 1916, el Sinn Féin[2], movimiento nacionalista y republicano irlandés que recibió el apoyo económico de los emigrados a Estados Unidos, dirigió la insurrección frustrada del “Lunes de Pascua”. Dos años más tarde, diputados irlandeses se retiraron del Parlamento de Londres (1918) para constituir su propio Parlamento irlandés: la Dáil Éireann. Tras un breve conflicto armado, el Estado Libre de Irlanda (1922) fue reconocido como dominio de la Corona. Obtuvo Gobierno y Parlamento propios, pero la provincia del Ulster (Irlanda del Norte) se mantuvo dentro del Reino Unido.
En 1937 se aprobó la Constitución que proclamaba la soberanía de Irlanda como Estado independiente y democrático. En 1949, el nuevo país rompió con la Commonwealth y proclamó la República de Irlanda.
Los años previos a la guerra
Los gobiernos conservadores de Baldwin (1935-1937) y de Chamberlain (1937-1940) hicieron frente a varios problemas:
El rearme alemán y la agresividad del nazismo propició un programa de defensa iniciado con la creación de la Royal Air Force (RAF), al tiempo que se desarrollaba una política de apaciguamiento de Hitler.
Movimientos de independencia y problemas coloniales, especialmente en la India.
La boda de Eduardo VIII con la norteamericana Wallis Simpson se resolvió con la abdicación del monarca en favor de su hermano, Jorge VI.

1.5. Alemania: La República de Weimar

La formación de la República de Weimar
 La República de Alemania nació en 1918 y el socialista Friedrich Ebert se  convirtió en presidente del Gobierno provisional.
Ese mismo año, Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo encabezaron una escisión del Partido Socialdemócrata alemán (SPD) y crearon el Partido Comunista alemán (KPD).
En enero de 1919, iniciaron la revolución espartaquista, que fue reprimida por el Ejército con la colaboración de nacionalistas exaltados. El levantamiento fue sofocado y sus líderes fueron asesinados, lo que supuso la aniquilación de este movimiento.
Una Asamblea reunida en Weimar aprobó la Constitución de 1919, muy progresista, aunque otorgaba poderes extraordinarios al canciller en casos excepcionales. El socialdemócrata Ebert, primer presidente de la República de Weimar, se enfrentó al conservadurismo y al revanchismo nacionalista por parte del Ejército y de la burguesía industrial, contraria a las mejoras sociales.

La crisis de 1923 y la presidencia de Hindenburg
En 1923, el Gobierno respaldó la huelga de los obreros alemanes ante la ocupación del Ruhr por las tropas francesas y les mantuvo los salarios a pesar de no trabajar. Sin embargo, la hiperinflación produjo convulsiones sociales y políticas. En noviembre de 1923, el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, dirigido por Adolf Hitler, protagonizó en Múnich el Putsch de la Cervecería, un golpe de Estado que fue abortado sin resistencia por la policía.
A partir de 1924, la situación mejoró gracias a la reducción de las reparaciones de guerra, la adopción de una moneda más fuerte y la llegada de préstamos americanos. En 1925 llegó a la presidencia de la República el general Paul von Hindenburg, veterano de guerra y muy conservador. Comenzó entonces una etapa de prosperidad económica.
Con la Gran Depresión la economía alemana se derrumbaría nuevamente.

La Constitución De Weimar
El 21 de agosto de 1919 una multitud se concentró en la plaza del Teatro, en Weimar, para asistir al acto en el que Friedrich Ebert juró la nueva constitución alemana. La Constitución de Weimar convertía al Imperio alemán en una república democrática, parlamentaria y federal en la que se reconocían amplios derechos civiles y sociales como el sistema de seguros o la enseñanza. Konstantin Fehrenbach, político católico del Partido de Centro, dijo que los alemanes eran “el pueblo más libre del mundo” gracias a aquella constitución.

1.6. Las democracias débiles
Durante los años treinta, la mayoría de las democracias nacidas tras la Gran Guerra fueron sustituidas por regímenes personalistas o militares de carácter conservador. Estos regímenes compartieron rasgos comunes como la represión de las libertades individuales, la prohibición de los partidos de la oposición o la anulación de los parlamentos. En algunos casos, se establecieron Estados totalitarios.



El avance del autoritarismo en Europa
En Hungría, el Ejército suprimió la república socialista de Bela Kun en 1919. Poco después, el almirante Horthy, antiguo jefe de la marina austrohúngara, de la derecha conservadora y anticomunista, proclamó una monarquía con trono vacante y gobernó autoritariamente.
En Polonia (1926) y Grecia (1936), los generales Pilsudski y Metaxás impusieron sendas dictaduras militares. Turquía (1923) se convirtió en una República que, presidida por Mustafá Kemal Ataturk, modernizó el país por medios autoritarios. En los países balcánicos se establecieron dictaduras conservadoras encabezadas por reyes: Yugoslavia (1929-939), Bulgaria (1935-1943) y Rumanía (1938-1940).
España conoció la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930), el golpe de Estado contra la Segunda República (1936) y la Guerra Civil (1936-1939), que concluyó con la instauración de una dictadura conservadora encabezada por el general Francisco Franco.
En Portugal, el pronunciamiento de 1926 dio paso a la dictadura de Antonio Oliveira Salazar, que duraría cuatro décadas.
En Austria, el canciller Engelbert Dollfuss gobernó por decreto desde 1933. La nueva Constitución de 1934 se basó en el conservadurismo político y el catolicismo social.
Japón abandonó el parlamentarismo y, a partir de 1932, dio paso al autoritarismo militar, con limitación de libertades y desarrollo de una política imperialista en Extremo Oriente.
En Iberoamérica se desarrollaron los caudillismos, regímenes populistas de corte autoritario. Se basaron en la dictadura de un líder que ocupaba el poder en nombre del pueblo y para el pueblo, pero solo beneficiaba a los poderosos.

2. El ascenso de los totalitarismos

2.1. Los totalitarismos fascistas: ideologías y sistemas de gobierno.
El termino fascismo -del latín fasces, “haz” o “unión”- designa a los movimientos nacionalistas radicales que surgieron en la Europa de entreguerras con unas características comunes y ciertas peculiaridades. Iniciado en Italia en 1922, fue denominado nazismo en Alemania, donde acabó con la República de Weimar (1933). Los partidos fascistas se extendieron por toda Europa y muchos gobiernos autoritarios emplearon sus símbolos, estructuras y objetivos.

Factores
Los fascismos emergieron tras la Primera Guerra Mundial. En sus orígenes estuvieron los ideales nacionalistas y militaristas presentes en la Gran Guerra. De otra parte, fueron la reacción de una parte de la sociedad que temía la revolución social, la expansión de la Revolución rusa y el fortalecimiento de la clase obrera.
Al desarrollo del fascismo contribuyó la aparición, a finales del siglo XIX, de la sociedad de masas y el desarrollo de los nuevos medios de comunicación.

La sociedad de masas
La sociedad de masas supuso la uniformización de ideas, actitudes y comportamientos. Llevado por la emoción y el sentimiento colectivo, el individuo se vuelve fácilmente manipulable. En la fotografía, la Feldherrhalle de Múnich el 2 de agosto de 1914, día de la declaración de guerra a Rusia. En medio de la multitud, un joven y eufórico Adolf Hitler.


Ideología
Los fascismos no contaron con un cuerpo articulado de ideas, pues en estos movimientos políticos la acción precedía a la reflexión. Sin embargo, todos ellos compartieron algunos principios comunes, como su nacionalismo radical, lo que les hizo promover una política internacional imperialista.
Los fascistas primaban la voluntad y el instinto sobre la razón. Exaltaban la emoción, el vitalismo y la irracionalidad. Por ello rechazaron la Ilustración, el liberalismo, el socialismo y el comunismo. Todos recurrieron a la violencia para defender y propagar sus ideales, y revindicaron las glorias y las conquistas pasadas y el afán de revancha.
Los fascismos partieron de la creencia en la desigualdad humana y de las naciones. Por ello, los superiores debían dirigir la sociedad y el munod, lo que justificaba la importancia del líder y de la elite en el desarrollo del proyecto nacional.
Todos estos movimientos insistieron en el principio masculino y ensalzaron la juventud como instrumento de cambio social.

Los fascismos buscaron formar ciudadanos activos y disciplinados. Mítines, marchas, símbolos visuales atractivos, rituales ceremoniales, uniformes, saludos y consignas desempeñaron un papel central, destinado a crear un ambiente emotivo que estableciera lazos solidarios entre los presentes.

Objetivo político y métodos de gobierno
El fascismo pretendió la creación de Estados totalitarios como expresión de una tarea colectiva por encima de los intereses y creencias personales.
Este gran proyecto era conducido por un partido único, regido por las elites, con fuertes vínculos de unidad y fraternidad. Muy jerarquizado, con unas milicias disciplinadas, los partidos fascistas contaban con secciones juveniles e infantiles que servían para el adoctrinamiento de las futuras clases dirigentes. Al frente se distinguía un líder carismático e incuestionable.
La economía estaba dirigida por el Estado, aunque se mantuvo la iniciativa privada y se benefició a los grandes empresarios a costa de la desarticulación de los sindicatos y la oposición obrera.
Los fascistas preconizaban un orden social que favorecía la natalidad y delimitaba las funciones del hombre y la mujer. La educación estaba dirigida desde el estado e incluso se reglamentó el disfrute del tiempo libre. La sociedad era movilizada mediante grandes actos públicos con el apoyo de los nuevos medios de comunicación, como la radio y el cine, a fin de generar una opinión pública favorable al Estado.

Bases sociales
Los fascismos se representaron como movimientos destinados a todas las clases sociales. Sin embargo, su principal soporte fueron las clases medias, integradas por empleados, funcionarios o trabajadores por cuenta propia. Poco comprometidos en política, a menudo votantes de centro y de derecha, estas clases medias apoyaron al fascismo por miedo a los movimientos obreros y al ejemplo soviético. La alta burguesía, que en principio recelaba del intervencionismo económico propio del Estado fascista, se mostró favorable a este porque obtuvo muchas ventajas económicas.
Muchos estudiantes, artistas e intelectuales vanguardistas se sumaron al fascismo, que tuvo un gran atractivo para los jóvenes, seducidos por sus promesas de vida activa y arriesgada. Grupos de trabajadores, sacudidos por la Gran Depresión, engrosaron asimismo las filas de los partidos fascistas.
Un sector del Ejército, al que la política imperialista daba posibilidades de promoción y prestigio social, y los excombatientes desarraigados en la sociedad de entreguerras fueron atraídos por los llamamientos a rehacer viejas glorias y conquistas.

2.2 El fascismo italiano

La crisis de la democracia burguesa (1919-1922)
Aunque vencedora en la Gran Guerra, Italia no obtuvo de los tratados de paz los territorios que anhelaba. A las pérdidas sufridas se sumaron un fuerte endeudamiento exterior, una baja producción industrial e inflación. Como consecuencia, las huelgas y los conflictos sociales aumentaron.

La amplitud de fuerzas políticas devino en sucesivos e inestables gobiernos de coalición y en un Parlamento inoperante. En ese contexto, grupos no democráticos recogieron las aspiraciones nacionalistas y antirrevolucionarias de parte de la población.
En 1919, Benito Mussolini fundó los primeros fasci di combattimento, bandas de ciudadanos desideologizados e imbuidos de los valores militares. Su principal actividad fue combatir violentamente a obreros y campesinos, lo que les granjeó el apoyo de las clases medias y de la alta burguesía. A partir de esos grupos y por iniciativa de Mussolini, en 1921 se fundó el Partido Nacional Fascista que, en las elecciones de ese año, solo logró 35 diputados.
Su actividad política se acompañaba de actos violentos de intimidación, por lo que, en agosto de 1922, los sindicatos convocaron una huelga general contra el partido fascista. Las escuadras de acción, formadas por radicales fascistas (los escuadristas), respondieron apaleando a los obreros y expulsando a los alcaldes de algunos pueblos. Al mismo tiempo, los fascistas mantuvieron en funcionamiento los servicios de correos, trenes y autobuses, lo que les proporcionó la simpatía de la clase media, que se sintió segura.

Mussolini, maestro, periodista y antiguo socialista, intentó rescatar los símbolos y ademanes de la Roma imperial. Se hizo llamar duce, derivado del latín dux, que significa caudillo o jefe militar.

La dictadura de Benito Mussolini (1922-1926)
En octubre de 1922, Mussolini se ofreció el rey Víctor Manuel III como única salida de la crisis, y anunció la Marcha sobre Roma de miles de camisas negras, quienes se concentraron en las afueras de la capital. Una semana más tarde el rey cedió y le encargó la formación de un Gobierno de concentración.
Mussolini, investido de plenos poderes por el Parlamento, elaboró una ley electoral que favorecía a la minoría más votada y convocó elecciones. En 1924, tras una campaña llena de agresiones e intimidaciones por parte de los fascistas, estos ganaron las elecciones. El diputado socialista Giacomo Matteotti denunció la violencia, las irregularidades y el falseamiento de los resultados electorales. A los pocos días, en junio de 1924, fue asesinado por los escuadristas. Este crimen, aprobado por Mussolini según la oposición, provocó la condena de amplios sectores de la sociedad italiana. Los diputados no fascistas, en señal de protesta, abandonaron el Parlamento, al que ya no regresarían.
El caso Matteotti reforzó a Mussolini que, respaldado por el rey y dueño de la situación, pasó a actuar como un dictador. Así, promulgó leyes de excepción que suprimieron la libertad de prensa y de reunión, y anuló los escaños de los diputados de la oposición. Con impunidad, los escuadristas quemaron libros y atentaron contra los disidentes.

La marcha sobre Roma
La gran movilización de militantes del Partido Nacional Fascista italiano, conocidos como camisas negras por su uniforme, logró vencer la resistencia del monarca Víctor Manuel III.

El Estado totalitario italiano
La dictadura, concebida como un estado de excepción dentro de la democracia burguesa, dio paso al Estado totalitario mediante las “leyes fascistísimas” aprobadas en 1925 y 1926:
Mussolini se autoproclamó capo di Governo, con poderes ejecutivos y legislativos, y responsable solo ante el rey.
El partido fascista se convirtió en el único partido y el resto fueron disueltos.
Se instauró el sindicalismo vertical corporativo, organización laboral en ramas profesionales que integraba a trabajadores y empresarios.
Se restableció la pena de muerte, se fundó la OVRA (1927), una policía secreta de carácter político, y se creó un tribunal de “defensa del Estado”, nombrado por el propio Mussolini, que juzgaba sin garantías procesales y cuyas sentencias eran inapelables.

Las concentraciones fascistas en Italia
Benito Mussolini se dirigía a la multitud apelando a la historia de Italia y a su unidad. Utilizaba para ello escenarios espectaculares, donde los uniformes, consignas y símbolos estaban muy estudiados.

El Estado totalitario controlaba todas las actividades de la vida cívica y política.
En política interior, Italia mantuvo la Monarquía y el Parlamento, pero sin atribuciones. En la práctica, como capo di Governo, Mussolini ostentaba todos los poderes. La elite dirigente se integró en el Partido Fascista, estructurado en fascios locales y provinciales. El Gran Consejo Fascista, presidido por Mussolini, coordinaba el partido, elaboraba listas electorales y proyectos de ley, nombraba ministros y emitía dictámenes. El partido creó su propia sección infantil, la Opera Nazionale Balilla, y las Juventudes Fascistas. A su vez, la Opera Nazionale Dopolavoro dirigía el tiempo libre de los italianos con actividades deportivas, recreativas y culturales.
En economía, el fascismo italiano practicó el intervencionismo estatal, pero respetó la propiedad privada. Propició la autarquía con iniciativas como la "batalla del trigo" y la "batalla de la lira" que buscaban la autosuficiencia italiana en alimentación y una moneda estable en el mercado internacional. Impulsó la producción industrial mediante la creación del Instituto para la Reconstrucción Industrial (IRI) y promovió la creación de empleo en obras públicas e industria militar. También estimuló la natalidad y limitó la emigración como receta para enriquecer el país.
Las relaciones con la Iglesia se normalizaron. Para ello, Mussolini y el papa Pío XI firmaron, en febrero de 1929, el Tratado de Letrán, por el que se creó el Estado de la Ciudad del Vaticano.
La política exterior de Mussolini se caracterizó por su imperialismo y agresividad. Mantuvo una política intervencionista en los Balcanes con la ocupación de Albania. En África, a partir de 1935, desencadenó la guerra de Abisinia. También participó en la guerra civil de España (1936-1939). Esta política le llevó a un entendimiento progresivo con Alemania.

El arte del fascismo italiano
El fascismo italiano desarrolló su visión totalitaria en el arte. Relacionado con algunas vanguardias como el futurismo, se inspiró en formas rígidas y rotundas que pretendían rememorar las viejas glorias de la Roma imperial. Por ejemplo, el Palacio de la Civilización Italiana (1938-1943), conocido como el Colosseo Quadrato.

2.3. La Alemania nazi

El ascenso del nazismo
En 1920 se fundó en Alemania el Partido Obrero Nacionalsocialista Alemán (NSDAP). El partido nazi se definió como racista, nacionalista, antisemita, antiparlamentario y anticomunista. Rechazó el Tratado de Versalles y defendió la integración de todos los alemanes arios en un gran proyecto común. En julio de 1921, Adolf Hitler fue nombrado jefe del partido y, dos años después, los dirigentes nazis intentaron en Múnich el Putsh de la Cervecería, golpe de Estado fallido tras el que fueron encarcelados.
En 1925, Hitler fortaleció su liderazgo y el partido nazi se reorganizó. Se formaron entonces sus milicias:
Las SA o Secciones de Asalto, estaban organizadas de forma militar con uniformes -camisas pardas- y armamento ligero.
Las SS, un cuerpo militarizado de élite destinado a la protección del führer, nombre que recibió Hitler como jefe del partido nazi.

Durante los veinte, el partido nazi fue una fuerza irrelevante, con un pequeño grupo parlamentario. Sin embargo, el impacto de la Gran Depresión lo revitalizó coincidiendo con el hundimiento de la economía alemana (1932).
Apoyado en la calle por los activos y violentos miembros de las SA, el nazismo se convirtió en la fuerza más votada en las elecciones generales de julio de 1932, aunque con una insuficiente mayoría parlamentaria. Obtuvo 230 escaños, 123 más que en las elecciones de 1930. Con ello se convirtió en la primera fuerza política del Reichstag o parlamento alemán.
El presidente Hindenburg no aceptó a Hitler como canciller y convocó elecciones para noviembre. En el intervalo, la situación económica empeoró y la actividad de las milicias nazis creció. En estos comicios, el partido nazi retrocedió a los 196 diputados y los comunistas avanzaron. Venciendo sus reticencias y fuertemente presionado, Hindenburg nombró a Hitler como canciller el 30 de enero de 1933.

En los 9 meses que estuvo en la cárcel, Adolf Hitler escribió Mein Kampf -en castellano, Mi lucha-, obra en la que mezclaba recuerdos, reflexiones sobre Alemania y comentarios antisemitas y nacionalistas.



Hitler, canciller
Al frente de un gobierno de coalición, Hitler intimidó a sus rivales políticos mediante la violencia; a menudo, hizo detenerlos o forzó su despido laboral. El canciller convocó elecciones para el 5 de marzo de 1933, pero la semana anterior se produjo el incendio del Reichstag, lo que añadió confusión a la situación política. Los nazis, con 288 escaños, obtuvieron entonces una amplia victoria electoral.
El Reichstag de mayoría nazi aprobó la Ley de Plenos Poderes en virtud de la cual el canciller promulgó una serie de leyes que convirtieron a Alemania en un Estado totalitario. Los cambios más importantes fueron:
El poder ejecutivo aumentó su poder con funciones legislativas.
Partidos y sindicatos fueron ilegalizados y sustituidos por el partido nazi y por un sindicato corporativo, el Frente del Trabajo Alemán.
El federalismo fue abolido y se establecieron gobernadores nazis en las provincias.
Los funcionarios no afines al nazismo fueron separados de sus funciones.

En abril de 1933 se fundó la Gestapo, policía secreta del Estado bajo el control de las SS. La persecución política se extendió a todos los opositores e incluso alcanzó al propio partido nazi. De tal forma, el 30 de junio de 1934 los líderes de las SA fueron detenidos, acusados de traición y asesinados por las SS en la Noche de los Cuchillos Largos.

Incendio en el Reichstag
En vísperas de las elecciones de 1933, el Parlamento alemán o Reichstag fue incendiado la noche del 27 al 28 de febrero. Aunque la autoría señalaba a un acto individual, Hitler acusó a agentes comunistas, lo que le sirvió para encarcelar a sospechosos y suspender la libertad de prensa y otras garantías constitucionales.

El Estado totalitario alemán
En agosto de 1934, a la muerte del presidente Hindenburg, Hitler asumió la presidencia de Alemania. El presidente-canciller proclamó el Tercer Reich y estableció un Estado totalitario donde el logro del ideal colectivo anulaba las aspiraciones individuales. Todos los ámbitos de la vida y la sociedad pasaron a estar controlados por el Estado.
En economía, al igual que en la Italia fascista, se impuso un férreo intervencionismo estatal, aunque con respeto absoluto a la propiedad privada. Se adoptó un plan cuatrienal de desarrollo para conseguir la autarquía y el Estado promovió obras públicas y una gran industria armamentística, sectores que demandaron gran número de trabajadores.
En consonancia, el paro comenzó a reducirse, absorbido además por el reclutamiento militar, la formación de una industria de armamento y las obras públicas.
Como la total autarquía resultaba imposible, la Alemania nazi practicó una política colonialista en el Este de Europa, donde intercambiaba materias primas por productos industriales alemanes.
La sociedad se reglamentó y encasilló. La educación se puso al servicio del nazismo, la juventud fue enrolada en las Juventudes Hitlerianas y las iglesias católica y luterana fueron vigiladas y alejadas de la educación. La clase obrera obtuvo estabilidad en el trabajo, con bajos salarios y a costa de perder libertades y derechos, como el de huelga. Las clases medias se sintieron seguras bajo un régimen autoritario fundamentado en el orden. La alta burguesía, en ausencia de sindicatos de clase, se acogió a los dictados del poder y vio crecer sus industrias y sus ganancias.
La prensa, la radio y el cine fueron poderosas armas de propaganda bajo el control nazi, al igual que la literatura y las artes plásticas.
En política se impuso en Alemania un régimen de partido único, con el führer al frente. El Estado dirigió a la sociedad hacia la consecución de un ideal colectivo de engrandecimiento de la patria, para lo cual ejercía un control absoluto sobre los ciudadanos. Se suprimió la separación de poderes y el Estado de derecho. Cualquier disconformidad con el régimen fue tomada como una traición y muchos intelectuales y artistas, como el científico Albert Einstein o el arquitecto Walter Gropius, tuvieron que exiliarse.
La persecución del Estado nazi se centró en las minorías no arias, percibidas como elementos extraños al "gran proyecto común". En 1935 se privó a los judíos de sus derechos civiles, se los expulsó de la Administración y fueron prohibidos los matrimonios mixtos. En 1938 se establecieron campos de concentración para "reeducar a los descarriados".
Ese mismo año, la noche del 9 al 10 de noviembre, los nazis de las SS y las Juventudes Hitlerianas asaltaron los barrios judíos con el pretexto de vengar el asesinato de un diplomático alemán. Murieron 91 judíos y centenares de ellos fueron heridos, en tanto miles de tiendas y cientos de sinagogas quedaron destruidas. La Noche de los Cristales Rotos marcó el inicio de la persecución masiva de judíos en el Tercer Reich.

El arte del nazismo
El arte mostró el ideal racial de la familia aria, con roles sociales muy marcados para el hombre y la mujer. De otra parte, con un carácter monumental y un realismo heroico, fue un arte dirigido a las masas y utilizado con fines propagandísticos.

Cine nazi
Leni Riefenstahl (1902-2003), cineasta alemana, dirigió documentales y películas en las que se exaltaba el nazismo y la raza aria. En El triunfo de la voluntad mostró, con un novedoso lenguaje cinematográfico, la gran concentración nazi de Núremberg, repleta de desfiles y discursos.





[1] Elecciones parciales: votaciones bianuales que se celebran en Estados Unidos para renovar la Cámara de Representantes y un tercio del Senado en los años que no se celebran elecciones presidenciales y federales.
[2] Sinn Féin: fue un movimiento nacionalista y republicano irlandés que surgió a comienzos del siglo XX. Recibió apoyo económico de los emigrados a Estados Unidos. Su líder, Eamon de Valera (1882-1975), de origen hispanocubano, fue el primer presidente de la República de Irlanda.