jueves, 11 de enero de 2018

06 El imperialismo colonial

El imperialismo colonial fue un proceso, desarrollado fundamentalmente entre 1870 y 1914, por el que las potencias industrializadas de Europa, Estados Unidos y Japón conquistaron, dominaron, administraron y explotaron extensas zonas de Asia, África y Oceanía.

01 Motivaciones del imperialismo
Las motivaciones del imperialismo fueron muy variadas. En unos casos prevaleció una causa sobre las demás y otras veces no basta una sola para explicar la formación de una colonia. Sin embargo, todas las potencias imperialistas compartieron la necesidad de implicar a todo el planeta en su sistema productivo por intereses demográficos, económicos, políticos, ideológicos, sociales, científicos y técnicos.
La colonización se ha intentado explicar a través del factor demográfico. Durante el siglo XIX, la población europea había pasado de 180 millones de habitantes en 1814 a 450 millones en 1914. Este gran crecimiento generó una emigración hacia otros continentes. En algunos casos, los gobiernos intentaron derivarla hacia sus colonias de poblamiento. Tal fue el caso del Reino Unidos con Canadá, Australia o Nueva Zelanda. Francia, a su vez, estableció este modelo de colonia en las Antillas (islas centroamericanas) y en la costa de Argelia. Sin embargo, las migraciones desde Europa se dirigieron mayoritariamente hacia Estados Unidos o los países independientes de América del Sur. Esto fue más notable en el caso de Italia o Alemania.
Los factores económicos tuvieron más importancia. La Segunda Revolución Industrial había elevado la producción, al tiempo que demandaba diversas materias primas con las que satisfacer nuevas necesidades de la industria. Excepto el Reino Unido, casi todos los países impusieron el proteccionismo para defender sus productos. Por ello, todos los Estados recurrieron a la formación de colonias para asegurarse mercados exclusivos donde vender sus productos industriales, abastecerse de materias primas e intervenir sus beneficios sin riesgos.


Comercio en el puerto de Calcuta, en la India, a mediados del siglo XIX.
Las metrópolis construyeron puertos como este, obra de la Compañía Británica de las Indias Orientales, el más importante del Imperio británico del siglo XIX. Productos coloniales como yute, caucho, estaño, cobre, algodón, nitratos, mineral de hierro, café o cacao cubrieron las necesidades de materias primas de la Segunda Revolución Industrial.








Debido a la expansión comercial, las potencias necesitaban asegurar las principales rutas marítimas con puertos donde poder repostar.


A diferencia de los de vela, el barco de vapor exigía puertos de carboneo en escalas intermedias. A cambio, era más seguro, permitía mayor capacidad de carga y estaba preparando para remontar los grandes ríos africanos o asiáticos, lo que resultó fundamental en el proceso colonizador.







Algunos países se sumaron a la carrera colonial por motivos políticos, para conservar o recobrar su prestigio internacional: la posesión de colonias concedía a un país la consideración de gran potencia y agradaba a su opinión pública nacional. Por otra parte, los militares vieron en las guerras coloniales una forma rápida y poco arriesgada de promocionarse, y los nacionalistas exaltados la afirmación de su nación en el mundo.
El nacionalismo fue asimismo un factor ideológico, porque consideraba que su patria, portadora de unos valores elevados, tenía el derecho y el deber de expandirlos por el mundo. Los europeos se atribuyeron la misión histórica de transmitir a los <pueblos atrasados> las conquistas de la civilización oriental – religión, derecho, medicina o cultura –, que consideraban superiores gracias a sus progresos materiales. El escritor Rudyard Kipling lo llamó <la pesada carga del hombre blanco>, escogido por el destino para llevar la civilización a los <pueblos atrasados>. Misioneros católicos y protestantes llevaron su fe a pueblos remotos y posibilitaron su posterior colonización.
Los avances científicos y técnicos posibilitaron los grandes viajes. Las sociedades geográficas* realizaron expediciones con fines científicos que permitieron la clasificación de especies minerales, botánicas y zoológicas, así como diversas observaciones astronómicas. A la postre, estas expediciones revelaron posibilidades económicas en zonas desconocidas. La mejora en los transportes, con barcos de vapor, y el uso de nuevas armas, fruto de la industrialización, colaboraron a la expansión colonial.
La colonización tuvo también motivaciones sociales. Poderosos grupos económicos y militares, partidos políticos, asociaciones colonialistas y sociedades geográficas empujaron a los gobiernos a la carrera colonial y presionaron a los colonizadores para ampliar sus territorios. Entre las clases altas se impuso el gusto por lo exótico y la aventura – los viajes por África para cazar grandes animales o contemplar nuevos paisajes – y productos como el chocolate o el café se pusieron de moda. La sociedad demandó una nueva literatura de evasión, en ocasiones basada en estos viajes, escrita por autores de éxito como Julio Verne o Emilio Salgari.


 El explorador y misionero escocés David Livingstone desapareció en 1865 cuando intentaba descubrir las fuentes del Nilo. Años después fue encontrado por el periodista y aventurero norteamericano de origen galés Henry Morton Stanley en Ujiji, en la región del lago Tanganica.

















Vocabulario:

Sociedades geográficas: entidades de algunos países colonialistas que promovían campañas de exploración para expandir Europa, buscar materias primas y nuevos mercados y conocer cada rincón del mundo. Las primeras sociedades geográficas fueron las de París (1921) y Berlín (1928), pero la más conocida fue la Royal Geographical Society de Londres (1930), que financió viajes a África, al Polo Sur o al Everest. 

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