La crisis de la democracio burguesa(1919-1922)
Aunque vencedora en la Gran Guerra, Italia obtuvo de los tratados de paz los territorios que anhelaba. A las pérdidas sufridas se sumaron un fuerte endeudamiento exterior, una baja producción industrial e inflación. Como consecuencia, el paro, las huelgas y los conflictos sociales aumentaron.
La amplitud de fuerzas políticas devino en sucesivos e inestables gobiernos de coalición y en un Parlamento inoperante. En ese contexto, grupos no democráticos recogieron las aspiraciones nacionalistas y antirrevolucionarias de parte de la población.
En 1919, Benito Mussolini fundó los primeros fasci di combattimento, bandas de ciudadanos desideologizados e imbuidos de valores militares. Su principal actividad fue combatir violentamente a obreros y campesinos, lo que les granjeó el apoyo de las clases medias y de la alga burguesía. A partir de esos grupos y por iniciativa de Mussolini, en 1921 se fundó el Partido Nacional Fascista que, en las elecciones de ese año, logró 35 diputados.
Su actividad política se acompañaba de actos violentos de intimidación, por lo que, en agosto de 1922, los sindicatos convocaron una huelga general contra el partido fascista. Las escuadras de acción, formadas por radicales fascistas(los escuadristas), respondieron apaleando a los obreros y expulsando a los alcaldes de algunos pueblos. Al mismo tiempo, los fascistas mantuvieron en funcionamiento los servicios de correos, trenes y autobuses, lo que les proporcionó la simpatía de la clase media, que se sintió segura.
La dictadura de Benito Musssolini
En octubre de 1922, Mussolini se ofreció al rey Víctor Manuel III como única salida a la crisis, y anunció la Marcha sobre Roma de miles de camisas negras, quienes se concentraron en las afueras de la capital. Una semana más tarde el rey cedió y le encargó la formación de un Gobierno de concentración.
Musssolini, investido de plenos poderes por el Parlamento, elaboró una ley electoral que favorecía a la minoría más votada y convocó elecciones. En 1924, tras una campaña llena de agresiones e intimidaciones por parte de los fascistas, estos ganaron las elecciones. El diputado socialista Giacomo Matteotti denunció la violencia, las irregularidades y el falseamiento de los resultados electorales. A los pocos días, en junio de 1924, fue asesinado por los escuadristas. Este crimen, aprobado por Mussolini según la oposición, provocó la condena de amplios sectores de la sociedad italiana. Los diputados no fascistas, en señas de protesta, abandonaron el Parlamento, al que ya no regresarían.
El caso Matteotti reforzó a Mussolini que, respaldo por el rey y dueño del la situación, pasó a actuar como un dictador. Así, promulgó leyes de excepción que suprimieron la libertad de prensa y de reunión, y anuló los escaños de los diputados de la oposición. Con impunidad, los escuadristas quemaron libros y atentaron contra los desidentes.
El estado totalitario italiano
La dictadura, concebida como un estado de excepción dentro de la democracia burguesa, dio paso al Estado totalitario mediante las “leyes fascistísimas” aprobadas en 1925 y 1926:
Mussolini se autoproclamó capo di Governo, con poderes ejecutivos y legislativos, y responsable solo ante el rey.
El partido fascista se convirtió en el único partido y el resto fueron disueltos.
Se instauró el sindicalismo vertical corporativo, organicación laboral en ramas profesionales que integraba a trabajadores y empresarios.
Se restableció la pena de muerte, se fundó la OVRA (1927), una policía secreta de carácter político, y se creó un tribunal de “defensa del Estado”, nombrado por el propio Mussolini, que juzgaba sin garantías procesales y cuyas sentencias eran inapelables.
El estado totalitario
controlaba todas las actividades de la vida cívica y política.
En política interior,
Italia mantuvo la Monarquía y el Parlamento, pero sin atribuciones.
En la práctica, como capo di Governo, Mussolini ostentaba
todos los poderes. La elite dirigente se integró en el Partido
Fascista, estructurado en fascios
logales y provinciales. El Gran Consejo Fascista, pretendido por
Mussolini, coordinaba el partido, elaboraba listas electorales y
proyectos de ley, nombraba ministros y emitía dictámenes. El
partido creó su propia sección infantil, la Opera
Nazionale Balilla, ya las
Juventudes Fascistas. A su vez, la Opera
Nazionale Dopolavoro
dirigía el tiempo libre de los italianos con actividades deportivas,
recreativas y culturales.
En economía, el fascismo
italiano practicó el intervencionismo estatal, pero respetó la
propiedad privada. Propició la autarquía con iniciativas como la
“batalla del trigo” y la “batalla de la lira” que buscaban la
autosuficiencia italiana en alimentación y una moneda estable en el
mercado internacional. Impulsó la producción industrial mediante la
creación del Instituto para la Reconstrucción Industrial (IRI) y
promovió la creación de empleo en obras públicas e industria
militar. También estimuló la natalidad y limitó la emigración
como receta para enriquecer el país.
Las
relaciones con la Iglesia se normalizaron. Para
ello, Mussolini y el papa Pío XI firmaron, en febrero de 1929, el
Tratado de Letrán,
por el que se creó el Estado de la Ciudad del Vaticano.
La
política exterior
de Mussolini se caracterizó por su imperialismo y agresividad.
Mantuvo una política intervencionista en los Balcanes con la
ocupación de Albania. En África, a partir de 1935, desencadenó la
guerra de Abisinia. También participó en la guerra civil de España
(1936-1939). Esta política le llevó a un entendimiento progresivo
con Alemania.
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