viernes, 12 de enero de 2018

6 U10 Las democracias y el ascenso de los totalitarismos

Dos fallos en la recogida de información
Nota: 8

El Estado totalitario controlaba todas las actividades de la vida cívica y política.
En política interior, Italia mantuvo la Monarquía y el Parlamento, pero sin atribuciones. En la práctica, como capo di Governo, Mussolini ostentaba todos los poderes. La elite dirigente se integró en el Partido Fascista, estructurado en fascios locales y provinciales. El Gran Consejo Fascista, presidido por Mussolini, coordinaba el partido, elaboraba listas electorales y proyectos de ley, nombraba ministros y emitía dictámenes. El partido creó su propia sección infantil, la Opera Nazionale Balilla, y las Juventudes Fascistas. A su vez, la Opera Nazionale Dopolavoro dirigía el tiempo libre de los italianos con actividades deportivas, recreativas y culturales.

En economía, el fascismo italiano practicó el intervencionismo estatal, pero respetó la propiedad privada. Propició la autarquía con iniciativas como la "batalla del trigo" y la "batalla de la lira" que buscaban la autosuficiencia italiana en alimentación y una moneda estable en el mercado internacional. Impulsó la producción industrial mediante la creación del Instituto para la Reconstrucción Industrial (IRI) y promovió la creación de empleo en obras públicas e industria militar. También estimuló la natalidad y limitó la emigración como receta para enriquecer el país.

Las relaciones con la Iglesia se normalizaron. Para ello, Mussolini y el papa Pío XI firmaron, en febrero de 1929, el Tratado de Letrán, por el que se creó el Estado de la Ciudad del Vaticano.

La política exterior de Mussolini se caracterizó por su imperialismo y agresividad. Mantuvo una política intervencionista en los Balcanes con la ocupación de Albania. En África, a partir de 1935, desencadenó la guerra de Abisinia. También participó en la guerra civil de España (1936-1939). Esta política le llevó a un entendimiento progresivo con Alemania.

El arte del fascismo italiano
El fascismo italiano desarrolló su visión totalitaria en el arte. Relacionado con algunas vanguardias como el futurismo, se inspiró en formas rígidas y rotundas que pretendían rememorar las viejas glorias de la Roma imperial. En esta imagen, Palacio de la Civilización Italiana (1938-1943), conocido como el Colosseo Quadrato.


02.3 La Alemania nazi

El ascenso del nazismo

En 1920 se fundó en Alemania el Partido Obrero Nacionalsocialista Alemán (NSDAP). El partido nazi se definió como racista, nacionalista, antisemita, antiparlamentario y anticomunista. Rechazó 
el Tratado de Versalles y defendió la integración de todos los alemanes arios en un gran proyecto común. En julio de 1912, Adolf Hitler fue nombrado jefe del partido y, dos años después, los dirigentes nazis intentaron en Munich el Putsh de la Cervecería, golpe de Estado fallido tras el que fueron encarcelados.
Hitler junto a los demás acusados por el Putsch de Munich durante el juicio.

En 1925, Hitler fortaleció su liderazgo y el partido nazi se reorganizó. Se formaron entonces sus milicias:
  • Las SA o Secciones de Asalto, estaban organizadas de forma militar con uniformes -camisas pardas- y armamento ligero.
  • Las SS, un cuerpo militarizado de élite destinado a la protección del führer, nombre que recibió Hitler como jefe del partido nazi.
Durante los veinte, el partido nazi fue una fuerza irrelevante, con un pequeño grupo parlamentario. Sin embargo, el impacto de la Gran Depresión lo revitalizó coincidiendo con el hundimiento de la economía alemana (1932).


Apoyado en la calle por los activos y violentos miembros de las SA, el nazismo se convirtió en la fuerza más votada en las elecciones generales de julio de 1932, aunque con una insuficiente mayoría parlamentaria. Obtuvo 230 escaños, 123 más que en las elecciones de 1930. Con ello se convirtió en la primera fuerza política del Reichstag o parlamento alemán.

El presidente Hindenburg no aceptó a Hitler como canciller y convocó elecciones para noviembre. En el intervalo, la situación económica empeoró y la actividad de las milicias nazis creció. En estos comicios, el partido nazi retrocedió a los 196 diputados y los comunistas avanzaron. Venciendo sus reticencias y fuertemente presionado, Hindenburg nombró a Hitler como canciller el 30 de enero de 1933.
En los 9 meses que estuvo en la cárcel, Adolf Hitler escribió Mein Kampf -en castellano, Mi lucha-, obra en la que mezclaba recuerdos, reflexiones sobre Alemania y comentarios antisemitas y nacionalistas.

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